Los que iban a morir sonreían
y la vida disfrutaban
era el mes de la esperanza
cuando el sol brota y sus rayos maduran
nada hacía suponer que serían juzgados
simplemente por ser.
Las armas carroñeras lo encañonaron todo,
dignidad, pensamiento, sonrisas,
libertad, sueños y flores septembrinas,
algunos aguardaron valientes, otros,
buscaron otros horizontes, otra patria,
la muerte fue la constante para aquellos
que fueron consecuentes con sus sueños,
sus hijos, heredaron las sombras y entre ellas
el germen del odio, crecieron, escucharon
hasta que la verdad afloró como luctuoso manantial.
Los mortificadores fueron mortificados
los acosadores, acosados,
mas, los asesinos se confundieron
con la cotidianidad, se escudaron en las palabras
eufemizaron, huyeron, se mimetizaron
la ley que desecharon ahora les amparaba
y el asesino mayor, sonreía como un chacal
mientras se atiborraba de dinero.
Victimas y victimarios, ahora se saludan a la cara
perdón piden algunos, olvido solicitan otros
amnesia que reconstruya lo destruido
desaparecidos que se hagan presentes
para en sus rostros fantasmales
leer la verdad de todo, la génesis de todo,
algún día acaso, algún día, pero nunca,
nunca, nunca pidan que ese olvido
se haga efectivo un once de septiembre…
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