Dubbie dibble doo…swing around…chasseee eran las instrucciones que recibiamos del maestro de baile. Los músicos sólo dos una flauta y un violín, pero nos hacían bailar a todos.
Celebrábamos el día de (no me acuerdo) para los Irlandeses…cerveza, música y baile no podían faltar. Conocí en esta actividad a una Turcasiriajordanalibanesa que ante la sopresa de todos así se presentaba, a un hindú loco por el baile (parece que es su villa les tenían prohibido bailar y ahora en la tierra de la libertad se desquitaba por el tiempo perdido.
La cosa es que yo no entendía muy bien que era lo que pasaba, bailabamos o mejor dicho tratabamos de bailar de acuerdo a las instrucciones pero con la sangre que corren por mis venas yo le echaba de mi cosecha y no saltaron un que otro pasito chachacheado ante la mirada desaprobatoria de los pelirrojos.
Al final termino eso en coleadas por que había que tomarse de la mano y correr hacía un punto de la pista de baile, eso estuvo chingón por que más de un chino desprevenido se le torcían las patrullas y besaba el polvo.
De lo que si me acuerdo era de la cara del instructor, con carita rosita y nariz de bolita, regordete bonachón, de esa gente que la vez y te dan ganas de abrazarlos.
Pasaron los días y en la escuela me seguía encontrando a la turcablablabla y la verdad es que no me daba muy buena espina, no se por qué…bueno más bien es que me mira con los ojos muy muy abiertos y casi no parpadea, me da cosa, ¿se podrá confiar de alguien que no parpadea? Esa pregunta aún no la respondo.
Era viernes…por fin después de dormir 4 horas diarias creo que ya me merezco una cervecita, ¿no crees? Me hablaba a mi misma. Se armaron las chelas en el bar Irlandés que parece que es lo único que hay por acá. Llegué ante la mirada desconfiada de los concurrentes con mi tez morena y mis ojos de chapulin, acompañada además por el africano a quien ya le apodamos “oblongo”, Dios mio, por que seremos así y mi amigo Asturiano que ese si da el gatazo de ser hombre de razón.
Pedimos una jarra de cerveza, misma que me hizo estremecer en el primer sorbo…Ahhhh pensé o dije? No me acuerdo.
Al parpadear mi vaso estaba vacío, al parpadear mi vaso estaba lleno, vacío, lleno, vacío lleno glu glu glu. Oblongo servía la cerveza con aquellos brazos interminables, el hombre de razón hablaba ya con la mesa de junto y yo daba vuelta en circulos sentada en mi asiento…a gusssttooooo, ¿pensaba o decía? No me acuerdo.
Llegaron los mismos músicos de la fiesta de hacía 8 días, detrás de ellos juró que era el instructor de baile con la que parecía ser su esposa. Los músicos tomaron su lugar en el pequeño escenario y afinaban. El instructor con su cara rosada se acercaba a nuestra mesa, mostrando familiaridad, ¿se acordaría de mi?, ¿sería aquél movimiento de mis caderas? No lo se… venía directito nos sonreía a los 3. Cuando estuvo frente a nosotros los músicos comenzaron a tocar y no pude oír lo que dijo, pero era obvio…nos iba a poner a bailar.
A grito pelado condimentado con el valor que da la cerveza lo tome de la mano cuando vi que la extendió, me levanté y le dije: vamos a bailar!!! Oblongo, el hombre de razón, y la esposa se quedaron atónitos ante mi actuar. Todavía yo los miraba con reproche, tratando de decirles, pues si este es el maestro de baile.
Oblongo posó su interminable brazo en mi hombro y me hizo sentar, yo todavía sostenía la mano del hombre. Me susurro al oído. Él es nuestro maestro de Teoría Antropologica…
Y yo que crei era buena con las caras. |