NO HAY PEOR CIEGO...
¡Pa donde va la micro, esa es la cuestión! Saber si estamos para algo o solo para vivir sin sentido. Yo personalmente estoy cansado de buscar la respuesta, de tantas teorías solo me queda la cabeza ardiendo en fiebre, donde las ideas se revuelcan como hormigas quemándose dentro de un sartén al fuego vivo. Nada... ni la más pura idea de un reencuentro con uno mismo.. si ni siquiera se quien soy ¿cómo podría tratar de reencontrarme? Volver a la esencia, volver a Dios, religarse con la naturaleza, encontrar mi propio yo, son los clichés más comunes en boca de todos los que se dicen en el camino. ¿Camino a dónde? No existe ni la más mínima certeza de la realidad de las ideas; la misma realidad es incierta. ¡Cuánto de subjetivo vuela alrededor de las ideas!
¿Vale la pena tanto cuestionamiento?
No se si sólo soy yo el que se siente aislado en medio de una sociedad monótona, que camina diariamente por el sendero de la rutina. No se si soy yo el que no ve el objetivo de la rutina; tal vez una gran verdad se esconde detrás de ella, tal vez soy incapaz de ver la grandeza en las cosas triviales, tal vez todo lo inexplicable, todo lo misterioso y oculto tiene su respuesta a la vuelta de la esquina y yo no quiero verla. Pero el asunto se complica en el querer y el poder, aunque quiero siento que no puedo y aunque podría no quiero. Como el refrán “no hay peor ciego que el que no quiere ver”. Pero qué se le puede criticar al ciego por no querer ver, si es toda una vida en la oscuridad, todo un mundo nunca percibido en color ni en blanco y negro, ¿acaso al ver la luz de golpe no vuelve a quedar ciego nuevamente por el resplandor?, ¿acaso sus ojos están preparados para la visión repentina?, ¡que se le puede criticar al ciego que no quiere ver! Toda una cómoda vida de ser asistido por un bastón, un perro o la caridad de sus semejantes; toda una vida apartado de las complicadas formas que arrastran al apego y al deseo.
Sí, no quiero ver. No quiero saber nuevas ideas e hipótesis que encandilan. Díganme cómodo, díganme flojo, pero prefiero seguir en la seguridad de no saber nada, de no creer en nada, de no entender nada. ¿Por qué? Porque si nada sé, nada pueden preguntarme y aunque pregunten nada pueden esperar de mí sino hasta que me enseñen, y yo no puedo aprender por que no entiendo. Por que si no creo, nadie puede castigarme ni amenazarme con castigo o recompensa alguna, porque ni si quiera el castigo y la recompensa existe en mi ateismo. Por que si no entiendo, se cansarán de hacerme entender y viviré tranquilo, solo alrededor de todos, con mi entendimiento nulo, sin nada que puedan criticar, por que ni la crítica podría entender.
¿Se puede vivir así, refugiado en la ignorancia, el ateismo, y la falta de entendimiento? ¿Acaso se apagará esa vocecita ruidosa que pregunta e insiste sin cansancio? ¿Quién sabe? Nadie. ¿Quién podría decirme? Nadie. ¿Quién podría convencerme? Nadie. ¿Quién querría ayudarme? Nadie... “¿Sólo se que nada se? Prefiero “Sólo se que nada se, nada entiendo y nada creo”. Prefiero ser el ciego que no quiero ver.
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