Y cuando llegué a elevarme hasta la primer María... Desde un meteorito negro y atormentado, me arrojaste una cadena de espinas venenosas, la cual se enredó en mis alas, las lastimó y las ató quebrándolas.
Me arrastraste entre la chatarra espacial y me depositaste, como a un pedazo de mierda, en la nube más gris y deprimente de todo el cielo; me encerraste, y te tragaste la llave.
No había forma de que pudiera salir.
Mis alas estaban quebradas y lloraban, y eran lágrimas como de gelatina a medio hacer, que quedaban con forma de semicírculo plantadas en el suelo, como burbujas.
De repente el dolor me cegó... Y en las burbujas se resplandeció una luz bordo. Me acerqué a la reja que me encerraba, y alcé la vista hacia el infinito...
Todo era negro, excepto por esa pequeña y bonita luz bordo, que se dirigía directo a mi... Se acercaba cada vez más... A lo lejos no podía notar que era esa la luz tan bonita, mágica, angelical... Pero cuando ya estaba a unos pocos metros de mi, me di cuenta instantáneamente de quién era, ya al ver esos ojitos verdes, tan bellos y resplandecientes...
Se trataba de mi mariposa, mi hada magistral, mi impulso feliz extraído de un pétalo de la Rosa Nightwish.
Traía puesto un bello tapado bordo, con mandas ensanchadas; era como un Angel Vampiresco. Sus alas sí que eran geniales, re simples pero con esa transmisión de *MAGISTRAL SENSCIÓN*; tenían un contorno de fierros luminosos, y por dentro eran de tul negro con pequeños brillantes, miles de éstos, pero a simple vista parecían nomás seis en cada ala, ya que la mayoría de éstos los traía guardados en su alma. Estos brillantes eran simples impulsos felices, gotas de miel.
De a poco se fue acercando a mi celda. Yo la veía venir desde lejos con una bella sonrisa contagiosa en su rostro; yo ya sentía estar a salvo.
De repente mis alas quebradas se esfumaron, y en su lugar aparecieron dos pequeñas alitas de tul lila con destellos plateados en su interior. Luego mi vestimenta cambió, y un tutú color rosa apareció de la nada, directamente en mi cuerpo, y lo acompañaban unas zapatillas lilas de ballet.
En un momento, el Hada Nightwish, con un suave movimiento de muñecas, giró dulcemente una especie de varita mágica que traía consigo; parecía un pedazo de una ramita de un naranjo, y la rodeaba un espiral de luces naranjas. En fin, cuando ella movió la varita, las rejas de mi celda se abrieron, y salí corriendo a abrazarte.
Yo estaba muy llena de energías, y lo único que quería era bailar, cantar, saltar, girar, gritas y dormir...
En determinado momento de mi felicidad, sin tener aún demasiado control sobre mis nuevas alas, salté brusca y felizmente en el espacio y ¡UPS!... Me di la cabeza contra la puntita de un Gigante Azul. Inconscientemente caí al vacío... Ésta caída no nunca terminaba... Parecía eterna...
De repente, abrí los ojos y me di cuenta de que estaba en la misma nube gris, encerrada y sin poder salir, con las alas aún quebradas y en las burbujas que habían en el piso no se reflejaba nada...
Lágrimas de sangre comenzaron a gotear sobre las burbujas, y entonces éstas comenzaron a explotar... Todas esas gotas de gelatina o burbujas, en fin, lágrimas que se habían sembrado en ese suelo, con la esperanza de que ahí se reflejara una luz bonita que me salvara, fueron destruidas por las lágrimas de sangre que derramé hasta que todo se apagó.