La lluvia cae, los pajaritos cantan. Me cago de frío y la verdad, apenas me acuerdo del nombre de la chica a la que estoy esperando. Tendría que haberme quedado en casa mirando películas. Estoy dando un perfil re romanticón, es un desperdicio, seguro que esta no viene. Seguro se quedó con sus compañeritas. Tendría que haberme dado cuenta, era bastante chiquita.
Flavia... y mirá donde estoy ahora. Tendría que haberme puesto las pilas con Flavia. Me cagué en las patas, que boludo. Con ella si podría haber tenido una relación... ella me quería. Me acuerdo de esa vez que me hizo una milanesa a las tres de la mañana, las primeras veces que me drogaba. Llegué re tarado por el porro, y ella me hizo el aguante... como la vieja dormía, miramos televisión con el volumen bajo, y ella me hablaba, yo la miraba, con mi sonrisa flashera, mucho la mire, hasta que se puso nerviosa. Me había dejado de mirar a los ojos. Con la iluminación que me concedió la marihuana, supe que le gustaba.
- Vos también me gustas... - dije, no me importaba que lo supiera, la droga y el destino me puso ahí. No podía gambetearla.
- ¿Eh?
Me incliné sobre el sillón donde estábamos y la besé, ella estaba quieta con su sonrisa de nervios, su sonrisa de dientes chuecos, le quedan re bien.
La madre seguro estaba haciéndose la boluda y estaba atenta a lo que hacíamos, porque en el momento justo que le iba a dar el segundo beso, luego de mirarla a los ojos (por dios, ella estaba cerrando los ojos para recibir mi segundo beso!!), la madre hizo ruido, y grito de la pieza que apague la luz de la cocina que no la dejaba dormir.
Yo volví a mi lugar y, como siempre se hace, dije: me voy, le digo a mi vieja que fui a un recital. Nos vemos mañana? Dale, respondió.
Al otro día la note poco receptiva. Seguimos siendo amigos por un tiempo, y cuando empecé a ir al colegio de vuelta, la perdí un poco de vista. Al tiempo me la cruzo en la calle y me dice que estaba viviendo en General Roca.
- Te voy a ir a visitar, entonces.
- Dale. Nos vemos.
Me miró. Que podía decir yo? Era un poco mucho decir que la amaba. Ya me estaba arrepintiendo de haberle dicho que la iría a visitar, no podía jugar con ella, en verdad la quería, pero al no estar a su altura, al saber que no podía darle todo el amor que necesitaba, prefería alejarme de ella. Una cagada ser más chico que ella.
Me estoy empapando todo, me voy a enfermar. Mejor empiezo a caminar.
Recuerdo que le besé la mejilla y le dije chau, cada uno arrancó para su lado.
Fue en esa esquina, la del corralón Yacopino. Volví sobre mis pasos y la tomé por los hombros, la miré a los ojos, creo que tenía pensado besarla, pero al final dije: no estés triste, me vas a ver crecer. Te voy a ir a ver seguido.
- Mi vieja esta en una tienda en la otra cuadra, si no voy se va a preocupar.- me besó un ojo y se fue.
Me di vuelta para verla alejarse, ella volteó y me dedicó su sonrisa de dientes chuecos. Lejos, fue lo más alto que llegué en una relación. La quiero, pero supe que jamás la iría a visitar.