Te entregué los más trágicos y sinceros versos que jamás han salido de mí, y tu dijiste: “palabras... sólo son palabras, ¿cómo sé que lo sientes de verdad, desde lo más hondo?”
Claro, cómo ibas a saber que era lo que escribieron ayer mis venas cuando las interrumpí para sacar su sangre, y hacerla brotar, derramarse por mis brazos, por mi pecho, por mi suelo, por mis lágrimas. Hacerla chorrear hasta que la última gota firmó el punto final del poema.
Y para ti, “¡sólo eran palabras!”... Claro, para ti... que solo eres un conjunto de células, de todos los tipos y tamaños, excepto de neuronas.
Es una pena que no te gustase, que no lo creyeses, pero no lo hice yo, lo hizo mi muerte. El paso a mi nueva vida. Llevaba tanto tiempo sin vivir... tanto tiempo con la sangre envenenada de ti. Pero ayer se acabó, ayer saqué de mí esa savia intoxicada por tus besos, tus caricias, tus gritos, tu indiferencia. Ella, te dedicó sus últimos segundos, sus últimos latidos traducidos en letras. Y para tí, necio pues nunca serás capaz de entender las cosas que en vez de con los ojos, se ven con el corazón; sólo fueron...palabras. |