Detrás de la casa
Abrió la puerta posterior de la casa para salir al traspatio. Desde ahí escuchó el ruido de la alarma como un canto ahogado. Pasaba de la media noche y el cielo brillaba intermitente y triste; a pesar de todo él estaba distraído. Se sentó sobre el suelo y el viento le pegó en la cara.
Nasif supo que la guerra había comenzado la noche anterior porque escuchó un estruendo, entonces, se asomó al cielo y vio luces rojas detrás de las nubes. Se estremeció.
Desde el patio de atrás, en su pequeña
casa, podía ver el horizonte que cambiaba poco a poco de un azul oscuro pero limpio a un gris triste y, luego, al negro.
-Parece que llora en silencio -dijo para sí mismo-, igual a las sirenas que, insistentes, inundan la ciudad.
Pasaron algunos minutos y las luces seguían lastimando su espacio. Se acostó y sintió la tierra tibia a sus espaldas. Un estruendo le retumbó en los oídos. Una luz roja, intensa, deslumbró su mirada.
-Esa explosión estuvo cerca -pensó resignado.
A sus treinta y cuatro años los días corrían iguales unos de otros. Su cuerpo delgado y su cara demacrada se dibujaban a medias bajo el diluvio de explosiones que se sucedían en el cielo. Sus ojos estaban secos y no transmitían un solo sentimiento. Los rayos de luz saturaban su mirada e iban seguidos de chillidos agudos y explosiones. Él permanecía estoico. Se sentó otra vez y su mirada se clavó en el horizonte. Sacó el último cigarrillo que tenía y lo encendió. Aspiró profundo y mantuvo la respiración unos segundos, después sacó el humo de a poco y se embelesó viendo cómo se desvanecía en el aire. Pensó que eso era la vida. Sonrió.
Una nueva explosión se escuchó más cerca y él se aferró a la tierra como si alguien intentara robarla. Después cerró los ojos y oró. Con suerte, dijo al terminar su plegaria, la próxima bomba caerá en mi casa. No quiero ver el amanecer ni ser testigo de mi cuidad destruida.
Nasif, se quedó sentado con la vista clavada en el cielo, esperando que su oración fuese escuchada, anhelando que la muerte llegara al traspatio de su casa. |