Me permito un segundo. Me arrebato tan solo un instante.
La sustancia que ya corre por la sangre, convierte esta ciudad en una metropolis alterna tan pronto como nos bajamos del auto. Esa es su casa. Ese mi momento. Las burbujas ya hacen efecto...
Y no puedo dejar de quedarme viendola, a ella, que me toma de la mano con su mirada de seda tan queda, y su aroma a perra sedienta, que sabe que para lo que viene no se admiten ni excusas ni treguas.
Mientras la suya era un corazón teñido en negro, la que a me toco, llevaba en rojo, un diseño superior: S.
El brindis y las copas tan solo un tramite previo para poder arrancar de su sexo el calor necesario para llegar lo más adentro. Ahí es cuando entre sus piernas me sumerjo y beso a beso la disfruto. Ahí es cuando ella me toma ardiendo y con sus manos me dirije hacia adentro.
La profundidad es un deseo que remece las entrañas cuando entre carnes la penetro y ella entre sus garras me desgarra prometiendome la vida eterna. Es nuestra forma de exorcismo. De liberar bestia engendrada y reconocida en nuestros gemidos. Una batalla cuerpo a cuerpo. Sexo a sexo. Una entrega desenfrenada que nos eleva al tiempo que avanzan las horas y no se acaba... Tan dulce, y atrevida, perra, me encantas. Tan desnuda zorra, que me tientas y siento como te mojas.

-Continuará-