Te dibujo con sigilo, en mi mente.
Y articulo, una suave tonada que captura cada ritmo de tu respiración.
Te observo, silenciosamente, por un largo instante para ver si me descubres, mientras juego a ser tu espía, encontrando cada una de tus debilidades, tu esencia, lo real que eres. Iluso y fugaz.
A ratos, te me escapas, rehuyes y regresas, cual sonora marea que visita la orilla. Busco conocerte hasta el punto más recóndito de tu total misterio, pretendo recorrer lo más oscuro de tu mente, lo más puro de tu alma y amarte, porque de esta manera lo he concebido, pues no hay otra motivación más honesta, porque sólo me place hacerlo.
Y te encuentro, en cada habitación que me compone y al hallarte, caigo... en un profundo sueño que obnubila mis sentidos, enraizándome en un eterno ideal.
Un estado de constante ensueño que podría hacerme marchitar, mas frente a este conocimiento; callo, pues prefiero sumergirme en un sueño y saber que he dormido, que vivir vigilando sin descanso, sin tu abrazo, sin tu abrigo.
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