Me enamore de tu Pena un día, caminando por la calle. Tú estabas sola y ella paseaba contigo, a unos pasos alejada, para no molestar. La miré. Me miró. Me acerqué y al saludarla, noté que era una Pena profunda, de esas que no te abandonan jamás.
Tú no nos viste, pero te seguimos hasta la puerta de tu casa.
Me habló de ti. Contó que llevaba muchas estaciones respirando el polvo de tus zapatos. También me dijo que, de un tiempo a esta parte, ya no la acariciabas con tus lágrimas por las noches. “Creo que ha conocido a otra”, me susurraba, y el deseo de poseerla me recorría la garganta. Decía que tu sonrisa la hacia sentirse traicionada, ya no era tu Pena, amabas a otra y por ella eras feliz.
Yo le contaba que estaba sola, y que por mucho que lo intentaba no conseguía encontrar más compañía que la Soledad. Ya sabes que no es muy habladora, no ríe, no me hace llorar, y con los años ya no intenta ni asustarme, no me da miedo. A veces llamo a la Desesperación, pero me molestan sus gritos. La Calma es tan aburrida, siempre mirando al Silencio, los dos ahí, tan calladitos. Una vez flirtee con la Locura, pero me vio conversando con la Razón, y ya nada más se supo.
La Pena me sonreía, “me gusta oírte”.
Tú ya no le hacías caso así que pasaba muchas tardes paseando conmigo. Nunca quería ir muy lejos: calle arriba, calle abajo, por si la necesitabas. A diario la esperaba ante tu puerta. A veces tu te asomabas y ella bajaba a escondidas, “tiene un mal día, hoy me quedo a hacerle compañía”.
Un día me confesé: “Te quiero”, y sus ojos se llenaron de Melancolía.
Que hermosa tu Pena, cómo llegué a amarla.
Me dijo que era imposible, que yo no merecía tenerla, que quizás la Obsesión me había visitado de noche sin yo saberlo, que ella no me quería... Vacía, con los ojos secos comencé a bajar la calle.
No me ama, ella no me ama, la Pena me ha rechazado, y creo que la Paranoia me sigue los pasos.
Así llegué de nuevo hasta tu puerta, donde, como bien sabes, tropecé contigo. Ella te acompañaba y al verme salió corriendo. “No huye de ti”, dijiste, “la Alegría te seguía los pasos”.
Quizás esta vez, le de una oportunidad al Amor. Me han dicho que es muy tierno y dulce, que durante la eternidad ha conocido mil sentimientos y que ha sabido aprehender lo mejor y lo peor de todos ellos. Veremos que tal se nos da.
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