La sombra gris e intangible se deslizaba por los callejones de la gran ciudad,
Gracias a la compañía de la noche y la desaparición de la luna entre la nubes,
Deambulaba en busca de su presa, en busca de algo o alguien que le permitiera unirse a ella y poder absorber toda su energía.
Era una noche oscura y Cristal esperaba que algún coche parara para ofrecer su cuerpo ha cambio de un puñado de billetes. Los billetes que podrían alimentar a su amado hijo, que ahora mismo dormía en casa de su abuela ajeno al verdadero trabajo de su madre, ajeno a lo podrida que estaba la ciudad, ajeno a la desdicha de su entorno.
Eran las seis de la mañana y Cristal solo llevaba dos clientes, su bolso casi vacío y su alma resquebrajada en mil pedazos le impulso a dar una vuelta más en busca de algún cliente que llenara su bolso y rompiera más su alma mutilada.
Sin saber como, apareció en el callejón que había detrás de la plaza principal, siempre lo había esquivado por todos los rumores que circulaban sobre el, pero lo cruzó para llegar antes a las ramblas, donde los coches circulaba mas lentos en busca de las carnes semidesnudas que se ofrecían junto a la carretera.
El frió se apoderó de su cuerpo maltratado por los abusos de esos cerdos que la poseían sin ningún sentimiento, que abusaban de todo su ser sin ningún miramiento. Noto como le empezaron a temblar todos los huesos, y su energía empezó a disminuir, pudo ver como su cuerpo no reflejaba su propia figura, sino que una sombra cruel y diabólica salía de sus pies y se extendía sobre la pared del callejón.
La sombra había encontrado su presa, la figura de la mujer justo cuando apareció por el callejón era lo que estaba buscando, olió carne joven, sangre fresca y se abalanzó sobre ella.
Mientras absorbía toda su energía vital, noto algo que jamás había notado, una gran pena cayo como una losa encima de ella, empezó a descubrir todo el horror de la vida que estaba consumiendo y como un milagro en el día de navidad, una lágrima salió de la sombra, mojando el suelo del callejón.
-¿No puede se verdad?, gritó la sombra, no puedo hacerlo, estoy hambrienta, pero esta mujer no merece este final.
La sombra gris dejo escapar a la mujer y huyó para esconderse de los primeros rayos de sol que empezaban a revivir la ciudad.
Cristal nunca comprendió lo que le había pasado, pero desde aquel día al levantarse y abrir el buzón, siempre encontraba un sobre con dinero, mucho mas dinero del que ganaba vendiendo su torturado cuerpo.
Cristal dejó la calle y su hijo creció fuerte y sabio, siempre le decía a su madre que por las noches, se le aparecía una sombra que le enseñaba cosas maravillosas.