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Inicio / Cuenteros Locales / naixem / La virginidad de la Princesa

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Esa noche era muy especial, un sábado peculiar; doce de octubre en un largo fin de semana en casa de la abuela moribunda, que bien!
Sus padres ya no estaban, habian decidido viajar a "Bocas Negras", la tierra que los vió nacer y ella, por primera vez, no tuvo que acompañarlos; a esas cargantes fiestas de pueblo, a esos aromas a pan cocido en cada esquina, a panes prietos, con relleno de chorizo y de huevo duro, sin gusto ni presencia.
Y aún menos hubiera querido acompañarlos ahora que su abuela yacía a punto de morir, con todos los pésames, las ropas negras, las plañideras en el entierro...era joven y no le apetecía nada pasar por todo eso, era su abuela, si, pero apenas la había visto dos veces en su vida...y con eso justificaba su tenue sentimiento de culpa, y seguía dándose motivos para haber mentido sobre los muchos trabajos que debía presentar el lunes en el instituto de secundaria.

Que aburrido el pueblo, que tedioso escuchar a los muchachos cantando bajo la ventana con una guitarra y un tambor como toda orquesta y que desencanto brindarse a uno de ellos y comprobar que no está abierta la bragueta, y entonces?

Solo un noviazgo austero, a traves de decoro, de cartas pastelosamente románticas y puritanas y sin llegar a perder la virginidad.

No!

- Mejor sola en mi barrio de la cuidad ignorante de otras lenguas.

Que pensamientos la acompañaban, que planteamiento de quimeras cuando abrió la puerta de su casa, con la satisfacción de quien se siente solo en el hogar, para hacer lo que uno quiera.

Por fin sola!

Nunca así la dejaban, y ya no era una niña, con dieciseis cumplidos hacía tiempo; tanto miedo con las drogas, los chicos, tanto énfasis en las notas despues de cada trimestre...

- Que manera de agobiar, que padres que me han tocado - Pensaba mientras se preparaba un chocolate calentito.

- caliente como yo - Picareaba.

Y sonrió con pillería a ese pensamiento mientras comtemplaba sus pezones erectos y sonrientes en el espejo del lavabo, y entretanto llenaba la bañera de agua tibia y sales aroma a mar y se sumergió en la delicia de los sentidos, sintiendose una princesa.

El aroma de las sales y el coqueteo con la espuma fueron subiendo su temperatura, cuanto deseaba de unas manos masculinas acariciando su contorno...

Las imaginó mientras rozaba sus caderas con las yemas de los dedos, fue subiendo hasta los pechos, con los ojos cerrados podía sentir a ese hombre imaginario que la llevaría al cielo por primera vez; se deleitaba abriendo la boca y jugueteando con la lengua en un intento de saborear una distinta a la suya.

El agua empezaba a enfriarse al mismo tiempo que aumentaba su calentura.
Pensó en tenderse en la cama y masturbarse, pero eso sería hacer lo mismo de siempre y ese sábado era algo muy especial, que hacer?

Dejó volar la imaginación y se dirigió desnuda a la cocina, su cabello mojado le rozaba los pezones y su excitación parecía no cesar, se notaba mojada y abierta como una granada madura.

- Soy la princesa de mi casa hoy - se sonreía mientras buscaba en la nevera algo con que jugar.

Montó nata con doble de azucar y se restregó el cuerpo, los senos, el cuello, las axilas, el pubis...

Entonces lo vió, en el jardín exterior, le dedicó un gesto lascivo con la lengua y se atrevió a abrir la puerta trasera de la vivienda; él entró y sintió su excitación, lo llevó a su lecho y se tendió en él.

El lamió ávidamente su cuerpo, todos los pliegues de su piel, relamió toda su nata azucarada y terminó con unos lenguetazos descontrolados en su sexo.

Para ella fue la primera vez, nunca pudo imaginar que aquello fuera tan excitante, tan obsceno, tan...no podía encontrar palabras, no podía pensar y de repente, sin darse apenas cuenta, él la penetró salvajemente.

Que ataque de lujuria!

La princesa jadeaba sin control, gritaba de placer, pensaba que ojalá aquello no acabara nunca; el pene parecía ser cada vez más grande, no sintió el dolor que le habían contado sus compañeras, ese dolor sangrante al que todas temían; aquel pene era mágico, pensó en que necesitaba una y otra vez de ese miembro, entrando y saliendo repetitivamente en su cuerpo lividinoso.

De pronto se oyeron unas llaves en la cerradura de la puerta, ella no tuvo tiempo de pensar; él, "Trau", el perro de la familia, salió a recibir a sus amos, llevándose con él la matriz de la princesa.

Texto agregado el 12-09-2005, y leído por 354 visitantes. (9 votos)


Lectores Opinan
23-10-2005 Muy sensual hasta el penúltimo párrafo. Después... ay, muy transgresor. Selkis
17-09-2005 Excelente desde todo punto de vista!¡Felicitaciones de veras!¡Saludos! compa
15-09-2005 Precioso, excitante, la líbido toca puntos íntimos de pan. Montt
15-09-2005 El título de tu obra llama mucho la atención, todo el contexto es genial, muy bien narrado y con un final inesperado. Me encantó ***** fabiangs
13-09-2005 Vaya, vaya con la princesa... Trágico, duro, perverso. Muy, muy bueno. *****... ;->> Salud y libertad buhomatrix
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