Bullicio.


El bullicio me destruye…
Ruido que lastimas
como astilla
en mis oídos...
Grito hueco
que escapas
de cajas sonoras
mal dimensionadas...
Latencia espantosa
que te amontonas
en mis sienes,
inflamando mis venas,
ampliando mi cerebro
hasta apretarlo
en esta caja delgada
de huesos mal cosidos,
de costuras deformes,
y de cicatrices recién cerradas,
pulsando descompasadas,
sobreviniendo una tras otra,
después de otra
y sobre otra
y en medio de otra...


Y el hambre continúa...


El ruido ha cesado,
y el embauco,
y la broma pesada
que en católico
insistimos llamar caridad,
ya no zumba...









Me duelen los ojos...
Me arde la mirada...
Como si reverberaciones fantásticas
se hubiesen sucedido,
descompasadas,
una tras otra,
después de otra,
sobre otra,
y en medio de otra,
quemando mi retina
agotada
por la mala noche de ayer.