La Tierra, El tiempo, y Katrina
El tiempo pasa inexorablemente, para unos más rápido que para otros, y siempre me pregunté por qué, hasta que después de muchos viajes y muchos países, y sobre todo mucha, mucha gente, lo averigüé.
No pasa el tiempo lo mismo para el nativo que vive feliz e ignorado en sus remotas islas, donde el tiempo no tiene significado alguno, excepto el de ver salir el sol, recoger sus cocos, salir a pescar el pescado del día y esperar el anochecer para volver a dormir, y así un día tras otro, alterado quizás por el feliz nacimiento de un bebé o la también, porque no, feliz partida de otros.
Para el atareado oficinista de una gran ciudad, el tiempo se cuenta en base a sus escasos días de asueto, sabiéndole a poco sus siempre cortas vacaciones, y así la espera entre las estaciones se les hace eterna, y cuando esta llega, están tan preocupados por lo corto del tiempo que nunca las disfrutan realmente, marchándose estresados y regresando aún más estresados.
No digamos para esas personas que engrosan las listas de esperas de hospitales, esperanzados en que algún donante tenga la mala o la buena suerte, según como se mire, de dejar este mundo y que ellos estén lo bastante cerca como para recibir algún órgano que les alargue la vida, para ellos el tiempo se mide por días, y a veces hasta por horas, y su espera se les hace eterna muchas veces.
Pero pensando todavía más, esas gentes que tuvieron la mala suerte de estar en el lugar equivocado en el momento equivocado, o quizás habiendo elegido su lugar de residencia en base a lo que sus ancestros les han enseñado, y estaban, por ejemplo, en esa preciosa ciudad de Nueva Orleáns, esa espera en los tejados de sus casas, esperando ser rescatados, les debe haber parecido no una eternidad, sino una total falacia, pues muchos no llegaron a tiempo ni de ver llegar a los helicópteros salvadores, ni a los barcos, convirtiéndose en meras imágenes televisivas, para angustia de esos familiares o amigos que observaban atónitos y desesperados, como una misma, el pasar de las horas y los días y ver que la acción, tantas veces vistas en películas, y tan necesaria en esos momentos, simplemente, no sucedía.
¿Y como pasa el tiempo para la Tierra? Me lo imagino, y por eso, pido desde aquí aunque sea un fugaz segundo, para pararnos y mirar el tiempo, que se escurre rápidamente de entre nuestros dedos, y pensar que todos los momentos perdidos de todos nosotros, preocupándonos por meras quimeras, podrían significar mucho si los ponemos en segundos, se harían minutos, horas, días, semanas y meses, y quizás, esas tragedias que están sucediendo en nuestro planeta, al que cortamos, talamos, quemamos, contaminamos, y así sucesivamente, se podrían evitar con esos segundos que podríamos dedicar a reciclar basuras, plantar árboles, andar más a pie, y observar verdaderamente, que le está pasando a nuestra Madre Naturaleza.
Lola O. Soler
Septiembre 2005 |