Desde que los seres humanos racionalizan la atracción física, a su vez, necesita complementariedad mental, es así como los sentimientos son la clave de la relación.
El líbido sexual es incontrolable -al menos internamente- esto se representa en la pasión de los seres, que se incorpora a través de las estimulaciones físicas, pero juegan absolutamente con todo el ser humano, es decir: la pasión provoca que se moldee una relación, aparentando basarse en lo externo, pero jugando de forma fundamental y subconsciente en lo mental.
Su faceta cálida es la que enamora. Es que la pasión nubla la racionalidad. ¡Y pensar que la gente siempre que se va de sus cabales piensa que el amor lo vale! ¿Qué amor? Es la pasión que formó el amor. Se acaba la pasión, se acaba el amor.
Y ni hablar de su cara repudiada -inclusive a veces ser apasionado podría darse como defecto- injustamente repudiada, si se me permite la observación. Se dice que la pasión posee mayoritariamente una cavidad fría. ¡Vaya ironía! Con la calidez sexual que provoca la pasión vemos su parte oscura. Nos hace pensar que la escencia de la pasión no es el ser racional, sino el ser físico. Que el motivante no es la persona interna, sino la contraria. Eso hace pensar que la pasión es traicionera, y que se irá con la piel.
Pero... ¿realmente vale la pena trabajar forzadamente en una relación honesta donde la pasión posea un segundo plano? Corrijo: ¿es posible una relación honesta donde la pasión esté en segundo plano? Es cierto que uno lee, oye, observa en terceros casos particulares donde contestaremos a todo esto "sí". Pero como yo no lo viví, caigo en la necedad del desconocimiento, y autoritariamente me hace pensar que esa gente que cree amar a otra sin la pasión libidinosa, en realidad no es totalmente honesta. Muero en mi desconocimiento, es cierto, y aún así: deseo fervientemente evitar un amor donde la pasión no juegue en primer plano. |