La Creación.
En el principio era el caos.
La mierda entre café y verde con los porotos asomándose, dura, repugnante, con olor amargo y sin rastro de hermosura, nada más cuando ya se ha vaciado en el retrete y la puedes observar, satisfecho de haberte liberado de ella. El placer viene al tirar la cadena y ver como ese remolino furioso se lo lleva todo, hasta quedar nuevamente el agua clara, limpia, sin mancha; sin embargo no todo es tan agradable cuando más de algo queda flotando, burlándose, recordándote que eres tanta mierda como ella misma y que solo basta que alguien allá arriba tire la cadena para que se acabe tu miserable existencia. La única gran diferencia es que ese alguien posee un retrete más moderno, cuyo remolino infernal es infalible hasta para el más grueso y testarudo de los bollos humanos, y por más que trates de aferrarte a las paredes lisas de la tasa enlosada en oro fino del inmenso universo, la fuerza te arrastra de tal manera que ni siquiera alcanzas a mirar hacia arriba para buscar la cara de ese ser superior que no tiene piedad en deshacerse de una de sus creaciones. Entonces viene el tan temido infierno, el sufrimiento eterno que te han prometido por incontables vidas si no cumples con las leyes sagradas instauradas en el baño superior. El camino se hace oscuro y más podrido de lo que te pudiste imaginar en cualquier otro momento de pudrición, el desagüe te lleva sin posibilidad de regreso junto a otros que también desafiaron a sus creadores universales, para ir a caer en la misma fosa séptica del olvido provisorio, por que no es eterno. Por que caes ahí, mezclándote con todos y cada uno, sus olores, sus pudriciones, sus nauseabundas pestilencias, sus restos de comidas sobresaliendo como los traumas y complejos de eternas vidas pasadas. Hasta que llega nuevamente la mano creadora que lo toma todo, sin diferencia de lo que cada uno fue, toda una mierda homogénea, y moldea nuevamente otros seres que deberán someterse al las leyes de un nuevo baño universal. La paradoja es que parece un gesto amoroso, una acción divina de rescatar lo irrescatable; pero es solo cuestión de tiempo para darse cuenta que ese gran gesto de bondad es solo la conformidad del que es destinado a trabajar con lo más bajos residuos de la gran sociedad superior del cosmos, ese que se resigna a trabajar con la mierda por que también esta al borde del retrete, a un paso de ser arrastrado por el gran remolino y no tiene el valor de dejarse caer para ver que hay más allá... prefiere quedarse ahí, moldeando mierda de mierdas, conformándose, convenciéndose de que su labor es un gran gesto de amor incondicional eterno. Y en uno de esos seres reciclado estás tú gritando, revolviéndote por recordar lo que fuiste, asomando a veces a la conciencia del que ahora te porta, para ver como crece en conocimiento, materialismo y rebeldía, y entonces no aguantas la risa por que sabes que es tanta mierda como tú lo fuiste, y todo comenzará de nuevo, ascenderán juntos hasta que el gran creador superior tenga un gran dolor de guata y con un efectivo santo laxante los deposite en el retrete espiritual, para que la creación nuevamente comience.
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