Miro triste por la ventana de este taxi que me separa de ti y mis lágrimas empañan el cristal.
Fue tan pequeña y a la vez tan intensa la oportunidad que nos brindó la vida de amarnos, de sentirnos al fin juntos...
Qué puedo hacer ahora que sé que será la última vez que te vea. Sé que no te volveré a tener como te tuve ayer. Volveré a decirte que te amo, que no puedo seguir sin ti, pero no valdrá de nada. Tu vacío en mi vida será la excusa perfecta para que el dolor disuelva mi vida de la misma manera que una vez lloré añorando encontrar el amor que contigo encontré.
Las lágrimas se confunden con las gotas de lluvia que tristes resbalan por el cristal del taxi. Y quisiera que mis lágrimas fueran lluvia, que caen, y se secan sin dejar secuelas; pero no lo son. Mis lágrimas hablan del dolor, del amor y de los momentos que solo duraron lo justo, lo justo para dejar su huella para siempre.
Aprieto fuerte mis puños intentando vagamente, aliviar así la rabia de verte ahí parado, mirando como me alejo, sufriendo como yo; sé que no puedes hacer nada, pero es inútil ocultar que sientes tanto como yo mi partida.
Besos, abrazos, conversaciones interminables, miradas correspondidas, manos que se escapan... ¿Dónde quedará todo eso?