Más cosas que pagar, de verdad no lo puedo creer…y si en un sentido debería de sentirme agradecida de que me hayan abierto las puertas en una escuela como esta, que me hayan ofrecido un trabajo, pero todo lo que tengo que pagar y lo poco que me pagarán me hace pensar si vale la pena esto, cuando mi hermana vendiendo ropa, el mes pasado acaba de estrenar carro, se va de vacaciones a Cancún y le paga la escuela privada a mi sobrinita.
En fin, ya he hablado de la pobreza, la que me hace ser vegetariana, la que me hace dejar atrás la mitad de las potenciales compras en Wal-Mart, la que me hace llorar cuando mi computadora se apaga, por que no puedo ni imaginar en comprar otra, esta es una pobreza que es difícil de imaginar. Sí tengo un carro, tengo una computadora en casa, sí tengo una educación. Con todo eso estoy considerando ir a la Iglesia el miércoles para que me regalen comida de la que reparten a las familias de bajos recursos.
No me atrevo a decirle a mi mamá, sé que se moriría de vergüenza, me pregunto ¿no tendría toda la razón? Claro que sí, su hija mayor a estas alturas nada más no sabe como proveerse.
¿Y para qué? El sueño es algún día tener un trabajo y recibir dinero por lo que a uno le gusta hacer. Toda la culpa la tiene el corazón, este corazón mío que me aprisiona y que no me deja ser feliz haciendo otra cosa, este corazón que esta desconectado del cerebro y tiene desenchufado el sentido común.
Este corazón que vibra cuando leo algo nuevo, que me hace pensar en nosotros como especie humana, que me hace sentirme parte de un UNO, que nada más no sabe como sentir de otra manera.
Por este corazón, haré fila el miércoles en la fila de los pobres.
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