Inicio / Cuenteros Locales / Antinoo / Mestiza ardiente de lengua libre.
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La boca trabajaba con inusual maestría sobre el cuerpo del hombre, lo elevaba y descendía, cuantas veces deseara. Las formas que la lengua delineaba eran infinitas, recorría a voluntad cada recoveco que el cuerpo creaba en sus compulsiones orgásmicas. El hombre no era capaz de responder a su propia esencia, ella lo transportaba a un antropomorfismo fuera de toda lógica. El ya no era él sin ella, ella manipulaba a su antojo. |
Texto agregado el 04-10-2003, y leído por 225 visitantes. (2 votos)
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