HACE VEINTE AÑOS


Hace veinte años cada noche recibe aquel beso dulce de buenas noches, ese beso sin el que la vida seguiría con un poquito menos de sentido. Es esa caricia de ángel la que lo transporta hacia el mundo de los sueños, donde la soledad se toma el día libre e invita a la tristeza a volar lejos.

A veces, recuerda ese mismo beso tanto tiempo atrás y a pesar de que la memoria es traicionera, por esta vez ha consentido en atesorar tan lindo recuerdo, quizá por como ocurrió todo, quizá por que un ángel no deja que se escape hacia el olvido.

Aquella noche de hace hoy veinte años sus sueños lo llevaron hasta ella y sintió su alma elevarse hacia la luz mientras su cuerpo se escurría hacia la profundidad de un inesperado agujero desconocido. La luz tornándose multicolor, destellando recuerdos sin orden en el tiempo. En el fondo de aquel agujero, nenúfares negros flotando sobre un lago salado. No la pudo ver, pero la sintió tan cerca que no hubo lugar a la confusión. Fue entonces cuando una dulce caricia en su mejilla se le antojo el beso de un ángel, aquel beso que ya no olvidaría más.

Despertó temprano aquel día, aquel día bañado de tristeza y de dolor. El dolor de no volver a ver a su abuela, la tristeza de no poder tocarla ni escuchar aquellas maravillosas historias que inventaba para él. Y entonces recordó su sueño, y reconoció en él la promesa de continuidad en su memoria.
Hace veinte años cada noche recibe aquel beso dulce…y la muerte se siente derrotada.