Aquel pobre hombre lo necesitaba. Pero lo necesitaba en ese preciso momento...
Desesperado se dirigió al lugar que le habia indicado el viejo de la puerta verde. Un poco nervioso quizás y transpirado como las ventanas de esa habitacion llena de gente de la que escapaba...
Cuando ingresó se detuvo un instante, invadido por una mezcla de sentimientos que oscilaban enre paz, tranquilidad y frescura, pero siguió camino... nada ya lo podía detener, no esta vez.
Al sentarse sintió algo de humedad en sus musculos posteriores... Pero estaba tan ansioso que no le dio importancia... y de a poco se aproximaba el momento, el segundo exacto entre esa realidad y su anhelo mas deseado en ese momento... nada lo distraía, nada lo confundía, tenía bien claro lo que quería.
Al principio se despedía con suavidad. Tuvo un poco de bronca en ese momento... él con tantas cosas para hacer y perder tiempo en ese lugar sucio y lleno de gente que lo incomodaba. Se tomó un tiempo para pensar y se dio cuenta que de esa manera jamás lo lograría. Entonces decidió pensar en aquel mar caribeño, tan celeste y tranquilo, con su arena fina y blanca rodeándolo, cortando su espacio físico, invadiendo al gran mar...
Pensó luego en aquella canción alegre, que contagiaba ganas de vivir. Pensó, sintió, rió y hasta pudo lograr que escaparan algunas lágrimas aisladas, rodando por su mejilla hasta deshacerse en la mugrienta superficie. Sintió también cómo esa sensación de nervios con la que salió de aquella habitación transpirada iba desapareciendo, acompañado por un fuerte aroma...
Su objetivo estaba cerca, no tenía noción de cuánto tiempo llevaba en ese lugar, que quizás no era suyo, quizás era de todos, pero que en ese momento era su propio submundo.
De pronto, volviendo a la realidad física decidió terminar con su proyecto absurdo, decidió abandonarlo y dejarlo como estaba, seguir con su día y volver a la habitación transpirada. Pero nuevamente el mar, las nubes, la canción! Invadían su conciencia sin que él lo pretenda! Ya estaba fuera de control... y faltaba muy, muy, muy, muy ...
El olor despedido de su cuerpo se dejó llevar por la correntada de aire que desembocaba en la pequeña ventana.
Sácalo.
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