Magnifica:
“Los ángeles de mis hermanos, me cogieron de una mano y me llevaron a Belén.
Me pusieron cruz enfrente, donde el Diablo no me encuentre...”

El murmullo de los rezos de enfrenes idos feligreses resonaban en un eco del mas alla en las paredes de la vieja iglesia en Najayo.
Afuera, los vientos alcanzaban velocidades nunca vistos en la isla tropical.
El cura párroco dirigía las plegarias al altísimo, implorando su misericordia para la humilde comunidad de agricultores, que tratando de salvar sus vidas, aglomerando el pequeño edificio.
El ulular del viento estremecía la estructura y la hacia moverse de un lado a otro. Los asustados campesinos se miraban unos a otros aterrados, las madres arrullaban los pequeños a sus pechos y los hombres se agarraban de las manos, tratando de aumentar el karma de sus oraciones inútiles a los oídos del creador.
La lluvia había cesado, hace varias horas, solo el viento y las oraciones continuaban llenando el lugar, cuando de pronto el altar comenzó a elevarse ante la mirada de asombro y terror del cura y los feligreses del lugar, esto no era causado por el viento.
Todos cayeron de rodillas y en este momento todo pareció detenerse, solo el altar continuaba elevándose y sin ninguna explicación se estrello contra la estatua del cristo crucificado en la pared del altar. La imagen se postergo del dolor como si estuviese viva, y lagrimas rodaron en su rostro.
Gritos de terror inundaron la iglesia, el cura cayo postrado se postro al suelo en acto de humildad y penitencia, luego, con su rostro elevado al cielo imploro al señor misericordia.
La doble puerta se abrió súbitamente y la figura de un extraño comenzó a aparecer en la entrada.
Los ojos desencajados y el rostro perplejo del cura, ante la figura que apareció, hizo que los feligreses dar la vuelta a mirar al recién llegado.
Cuando este comenzó a avanzar sus lentos pasos hacia el altar, el edificio comenzó a temblar, el suelo a sus pies comenzaba a arder, llamaradas y humo empezaron a llenar el lugar.
En las paredes los rostros de las imagines se contorneaban y lo que parecía ser lagrimas de sangre bañaban el rostro de la virgen.
Pronto se escucharon gritos de lamentos y terror y muerte; el edificio ardía con todos los fieles en el.
El extraño camino hasta el altar, antorchas humanas corrían tratando de salvar sus vidas sin ningún resultado el cura aterrado ante la presencia del extraño que se le acercaba extendiéndole la mano, este, se levanto y al extraño tocar sus manos todo su cuerpo fue envuelto en llamaradas de fuego.
El cura se viro hacia la estatua del cristo y vio como la imagen parecía reírse a carcajadas de lo que pasaba.
Ardiendo se postro ante la imagen y en una plegaria que sonó mas que lamento grito “ senor porque nos has abandonad”
El extraño se acerco a el y le contesto, “no yo no les he olvidado por eso he venido a buscarles.”