Escribí un epitafio en el lado oscuro de la luna; esta sangro como una virgen en sacrificio ancestral de proporciones antagónicas dentro de un suspiro metafórico y ambiguo de la relatividad oscura.

La criaturas corren, caminan, saltan, brincan y cazan deborando al dolor postrado sobre la guillotina y sobre el pañuelo que cubría mis heridas fatales. Ojalá supieras la necesidad satírica con la cual mi inconsciente te necesita. Esto es un preludio misantrópico que se presenta como el renacer del ángel malvado, consume su sangre, consume su odio, hazlo parte de nosotros.

Has sonreído mientras he vagado en la oscuridad, te has dejado envolver por el fuego violeta de las tormentas que se suscitan cada vez que respiras. Ultraja los jardines de las delicias infernales, flota a mi lado en un río de dolor; arrástrate dentro de tu piel. Permanezco tan arcano dentro de las sombras de tu mente, te cometeré de nuevo en una revolución demoniaca que me forzara a sublevarme imparcialmente ante los supuestos estatutos putrefactos del dolor que consume, no me importa el dolor.

El color mas negro de los negros, mas oscuro que la noche; acércate a mi luz sangrante. Sirvo a mi perdición en mi infierno privado, la furia es lo que me ha mantenido vivo, la maldición es una bendición y tu mi alimento. Eres la luz oscura que me enreda en esas alas de negra oscuridad que se asemejan a mi mirada en espiral.

Observa al demonio llorar lagrimas de fuego. Mantendré tibia esta oscuridad al paso que las cenizas mueren y el pielago donde caen los ángeles asesinados por mi mano; ese será el lugar del nacimiento de aquel que espese su sangre y la obscurezca con el hollín de la hoguera de la muerte en vida.

Mientras me recuesto a morir las cosas que pienso, pruebo la sangre, el sabor de la simbiosis que renace de las cenizas de la suciedad en mi; cascajo de mi piel, vuela y penetra su mente, he de volar hacia el cielo carmesí que cubre a los inmortales.