He aquí que acabo se desprenderme de mi rostro, el cual he dejado a buen resguardo de algún gato goloso que se lo puede manducar, dejándome con ello fatalmente sin identidad. Sucede que ya estoy harto de que la gente me encuentre parecido a fulanito de tal, a menganito de no sé adonde o al mismísimo perico de los palotes. Me provoca horror escuchar que “el parecido es increíble, que usted debe ser pariente de tal personaje y acaso todavía no lo sabe. Pero mire, si tiene los mismos gestos, las mismas pecas y esa manchita debajo del ojo izquierdo”. Encontrarme con cualquiera persona, equivale a ver como de inmediato regurgita la inquietud en ese interlocutor desaprensivo, quien de inmediato me pregunta a quemarropa: -¿Adonde lo he visto a usted? ¡Claro! Usted debe ser pariente de tal persona. No me lo niegue, si es idéntico al zutano de tal parte.

Por eso, para evitar esos enojosos parangones que me hacen creer que tengo un rostro camaleónico, para no tener que pensar que mi padre era acaso un compulsivo sembrador de sus propios genes y para no fregarme la psiquis imaginando que mi individualidad no es tal sino una desenfrenada clonación repartida por los latitudinarios caminos del parentesco, es que he pensado hacerme la cirugía estética pero no para variar mis facciones, que eso de algún modo u otro me hará igualmente parecido a más de algún personaje, sino para que se me borren nariz, ojos y orejas para de este modo tener la seguridad de no parecerme a nadie. Claro que no va a faltar el tipo que me encuentre parecido al símbolo del MSN y en ese caso, mejor pido que me corten la cabeza y la incineren para por fin parecerme a mi mismo y no a cualquier pelagatos que transite por estas viñas del señor…