Las palabras, los respiros, una simple mirada a lo que se tope con mis ojos, un paso, un movimiento, de repente todo se vuelve crucial. El dolor y aturdimiento de lo inesperado lo vuelve así. Y es cuando un suspiro para olvidar el contexto se vuelve imprescindible, con este elevarse, transportarse mentalmente a un lugar inexsistente es el consuelo de un dolor ardiente, punzante el cual viene sin previsión alguna. Es este el momento en el cual la mente toma lugar para llevarme a la calma que no existe, pero imaginarla crea un estado momentaneo de paz. Aquí te espero, impaciente como siempre, para que me saques de un infierno, soportable, pero del cual prefiero ausentarme, se mis alas, se mi amante, y llevame donde solo tu y yo existamos... |