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Inicio / Cuenteros Locales / nektor / Katrina: El Ultimo Lamento del Blusero

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New Orleans me sonaba como la ciudad soñada. Sin siquiera conocer sus calles y barrios imaginaba una alma rica en historias, con personajes singulares que en cada esquina, sorprendiendo al visitante. Como buen amante del Blues me veía paseando por sus calles y visitando algún bar de mala muerte inundado de humo, y en un escenario ver a un negro cincuentón, decadente, con dos divorcios a cuestas, y un par de condenas por robo, , carraspeado, mascullando una armónica, y acompañado de una sincopada guitarra que guia sus desventuras cantadas. Mágico. Esa sería la única manera de comprobar a cabalidad que los blancos cantamos con la voz y los negros, en cambio, lo hacen con el alma. No tiene de nada de glamoroso, pero es la idealización perfecta de la forma “ negra” de expresar los sentimientos. Atrás quedaban los campos de algodón y los lamentos de los tiempos de la esclavitud.
Hoy los campos de algodón (los pocos que quedan) están cubiertos de agua, los bares están inundados, las calles son pantanos, el centro comercial es un río, y probablemente los pocos bluseros “descansan” de sus penurias bajo algunos kilos de escombros y otros tantos de barro sin siquiera encontrar el dolor y el llanto que un muerto necesita.
¿Y dónde están los blancos? Me preguntaba. De ver el generador de caracteres de la TV indicando que se trataba de EEUU, pensaría que era una escena habitual de alguna tragedia en Haití o Africa. Pero, no. Es el país más rico del mundo.
En el mundo desarrollado, la pobreza tal vez no sea tan inhumana; a nuestros ojos tercer mundistas hasta podríamos cuestionarla cómo tal, pero sigue existiendo y acompañará aun al imperio más rico por toda su existencia. Sin embargo, cuando el tren del éxito económico de un país es capaz de llevar a la mayoría como pasajera, los pobres pasan a ser un problema, un estigma algo casi ajeno que puede simularse frente a la inmensidad de los rascacielos. Ahí surge el enemigo interno, el ciudadano que quiere serlo, pero que los “ciudadanos mayores” se lo impiden.
¿Y dónde están los blancos? Estaban preocupados de Irák, Guantánamo, Afganistán o pensando en el que venga. Estaban ignorando que el alma de una nación se construye sobre la base de la fuerza interior de un pueblo, donde radica su identidad. Estaban calificando de refugiados a sus propios conciudadanos. Estaban de vacaciones mirando TV....cualquiera cosa que retrasara más de cuatro días una reacción eficiente.
¿Y ahora, qué cantan los negros? Tal vez después que el olor a muerte se haya despedido de la ciudad y el agua se lleve los últimos recuerdos del alma perdida de un pueblo ahogado, el mismo negro toque su armónica y con la guitarra recién afinada carraspee no sólo el dolor de dos divorcios y un par de condenas por robo, sino también lamentará la soledad de sentirse el hombre más débil dentro del imperio más poderoso.

Texto agregado el 07-09-2005, y leído por 75 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
07-09-2005 Una excelente reflexión, me gusto, sobre todo lo que está pasando en estos momentos en Norteamérica debemos ser más concientes sobre este tema... Naty15
 
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