Hoy les voy a contar la historia de un nacimiento; pero este no es un nacimiento cualquiera, es especial; es el nacimiento de un amor.
Todo comenzó un 11 de Septiembre, cuando la mirada de dos personas aún desconocidas se cruzaron por primera vez, esas miradas lograron una unión, hasta allí, imperceptible, un extraño sentimiento recorrió toda la geografía de sus cuerpos, haciéndose intenso en sus pechos. Eso que estaban sintiendo era el amor gestándose. Poco a poco fue creciendo a escondidas, dejándose notar sólo por algunos detalles, por algunos besos, abrazos, miradas...
Una semana después, un “Te quiero” indicó que (tal vez para algunos prematuramente) ese amor estaba terminando su gestación, estaba a punto de nacer.
Y así, sólo unos días después, el 22 de Septiembre, ese amor conoció el mundo, un mundo hermoso, un mundo donde se puede soñar, sentir y volar. Y comenzó a dar sus primeros pasos. Dos semanas después de nacer dijo su primera palabra: “Te amo”, lo que provocó una inmensa alegría.
Era tiempo de crecer, de conocer el mundo, un mundo en el que había que afianzarse, fue así que un 22 de Marzo, ese amor se comprometió, se comprometió a existir siempre, a superar las dificultades, a ser feliz y a soñar siempre despierto.
Así, comprometido, el amor siguió disfrutando de su existencia, y demostrándola de cualquier forma imaginable.
Y hoy, a 11 meses de su nacimiento y dispuesto a crecer por siempre, el amor esta disfrutando la belleza de la vida que le tocó vivir. Una vida, como dije al principio, especial, porque este amor que nació, y que crece y se reproduce cada día; este amor, contra toda regla natural o biológica, no morirá jamás.
|