I
Se encerró con llave en el escritorio. Encendió la lámpara. De su saco extrajo el libro que había ocultado. ¿Por qué, si él había aspirado siempre a ser escritor, se le adelantaba Jorge? Pero, si Jorge estudió medicina; jamás mostró vocación literaria. Claro, fue un “todolopuede”. La encuadernación, el cuadro de Magritte en la tapa, le retorcieron las tripas. En la solapa, la foto de Jorge con sonrisa serena. No pudo terminar de leer la primera página. Las manos temblequeantes, le borroneaban el texto.
Guardó el libro. Imaginó a su mujer: “¿Viste; y vos, para cuándo?”.Tomó un papel y escribió: Te convoco demonio de la envidia/pasajero del hueco más profundo…
II
Querida Chola:
Esta noche me divertí jugando al gato y al ratón con mi maridito. Cuando terminamos de cenar, esperó a que me retirase y se encerró en el escritorio. Escuché que echó llave; sabés que tengo un oído de tísica.
Pasó una hora larga y recién vino a acostarse. Fingí dormir. Él, al fin se quedó frito. Fui al escritorio. Me intrigó que dejara el saco allí. ¿A que no sabes qué escondía?: Un libro. Mientras escuchaba de fondo sus ronquidos, lo empecé a mirar. Te morís si te digo de quién era: ¡de Jorge, mi ex, el doctor! Y no es de medicina sino una novela erótica. Tiene una foto de él con anteojos. ¡Qué serio, el descarado! Ay, y pensar que por este seco con berretines de Coelho dejé a Jorge. Leí más de diez páginas: me puse colorada. Nombra todo lo que te imaginás por su nombre. Pero no sé si terminarla, tengo otro plan: dejo de escribirte y pongo el libro sobre la mesa de la cocina. Mañana, cuando este desgraciado se siente a tomar el desayuno y lo descubra, me va a mirar. Y yo:
“¿Viste; y vos, para cuándo?”.
No me la voy a perder. Un beso, Gladys.