Todos tenemos una verdad,
una verdad subjetiva,
pero la verdad es pasajera…
un todo se olvida,
quizás un algo queda;
la melancolía de un recuerdo
las vivencias marcan nuestra vida
una puerta se abre
y otra se cierra.
Ayer cuando era niño…
alguien me habló de una puerta,
construimos una…
la manilla era su mano
y su alma era de madera,
lo toqué con un beso
y extendió sus manos al viento…
como un soplo se desvaneció,
una tarde me dibujó una sonrisa,
me pintó dentro de mi vida
parte de sus sueños,
desde entonces, la luz de su pupila
en aquella puerta , que juntos construimos
se quedó para siempre conmigo.

La huella del tiempo
nos vuelve hombres,
juega con nuestros rostros,
los funde y los va tallando…
seres perfectos,
la imperfección también existe;
todos cometemos errores
en nombre del padre y del hijo,
errar es humano,
perdonar es divino-

El hijo cayó hacia el cielo,
cuatro luceros
lo iluminaron para siempre;
como un cometa apagado
en los brazos de mi madre
se fue durmiendo lentamente.
El viento lloraba,
la lluvia de un invierno
lo vio alejarse,
mientras un rayo cayó de golpe
una estrella se dibujó en el cielo.

Esa tarde, el secreto
de una familia
quebrantó al destino.


La lluvia de un invierno,
la sequedad de un verano
han dejado sus huellas,
aunque lejos la siento
mis recuerdos permanecen cerca.
He clavado en ella
mis sueños, mis esperanzas,
mis tristezas, mis alegrías…
La veo como envejece,
porque envejece conmigo.
En cada paso, en cada suspiro…
ella sigue ahí… como el primer día

Porque será por siempre mi puerta,
la puerta de mis recuerdos
de mis penas, de mis alegrías,
Aquella que un día aquel
mis padres resignados
cerraron en silencio.

La ira y sus temores,
las acciones arrepentidas
fueron hilvanando contradicciones…
Aunque ellos partieron
el perdón, el orgullo,
el rencor aún prevalecen
y han dañado la puerta para siempre.


Para Ivancito, donde quiera que te encuentres
la puerta de tus recuerdos vivirá conmigo para siempre.