Hacia dónde vamos si no sabemos donde estamos, si el mundo gira y no nos movemos, todo cambia, todo se mezcla, la realidad, la fantasía, los sueños, los deseos.
Por qué sentimos tantas veces en la vida que hemos elegido mal el camino, cuántas veces nos equivocamos y sufrimos, y lloramos, y lo sabíamos desde un principio, pero no nos detuvimos.
Qué es lo que sucede durante la noche, que nos acostamos llorando desesperadamente y nos levantamos renovados, y aunque estemos aun sufriendo, ya no lloramos desesperadamente, al menos, hasta la próxima noche.
Los ángeles secarán nuestras lágrimas? Lo haremos nosotros mismos?
Por qué silenciosamente nos alejamos de las personas que nos quieren e inconscientemente nos acercamos a las que nos hacen daño. Por qué tantas veces nos duele el corazón mientras caminamos solos en la noche rogándole con la mente a esa persona que salga detrás nuestro y nos haga la persona más feliz, en serio, cuántas veces salimos de un cuarto esperando que él o ella nos siga, se dé cuenta de que estamos sufriendo, y dejen su orgullo y nos abracen. Incluso cuando están furiosos, cuando más los necesitamos… Cuántas veces…
Por qué nunca hacemos lo que pensamos ni decimos lo que queremos, por qué, en el momento, nunca encontramos las palabras, y segundos después brotan abruptamente, después que tanto las necesitamos.
Dónde estaban las palabras? Escondidas en el fondo de algún frasco llamado “orgullo”….
Cuánto dura la angustia de sentir que nos equivocamos…. Lo suficiente para volver a tropezar con la misma piedra, la misma maldita piedra, una y otra vez. Las frustraciones, con qué se olvidan, cómo se aprende?
Por qué nunca escuchamos… Nunca hacemos caso, qué es lo que nos lleva tan neciamente hacia la misma situación desesperante en la que hemos estado miles de veces. Y somos conscientes, y aun así lo volvemos a hacer.
Cuándo van a salir detrás nuestro?
Quisiera saber, quisiera dejar de pensar en las diez mil cosas que maquinan en mi cabeza, por qué, por qué, por qué, siempre me equivoco, siempre…. Decía, mientras caminaba sola llorando como una magdalena, inútilmente, porque él no estaba viéndome allí, porque él nunca va a salir detrás de mí, nunca va a dejar su maldito orgullo de lado.
Pero me sigo equivocando, y lo sigo pensando, y lo sigo deseando, cuándo se que ya no le intereso, cuando se que ya es tarde. Y me sigo haciendo daño, conscientemente.
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