Las moscas sobrevuelan mi cabeza
dicen las malas lenguas que ellas
saben cuando alguien se va a morir
las observo y les saco la lengua
y ellas me miran con sus ojos múltiples
y sonríen como sólo puede hacerlo una mosca.

Los bicharracos salen a la calle
tienen un festín de vómitos y excrementos
eso las aleja de mi un par de minutos
mas, luego regresan con su botín repugnante
alojado en sus asquerosas barrigas
y me continúan sobrevolando como si yo
fuese un continente a conquistar.

Pienso, luego agonizo, que me queda poco,
acaso un par de horas, unos quince minutos
se hace tarde, ellas aguardan inquietas
ensuciándolo todo con sus pecas fecales,
una me guiña uno de sus ojos, sonríe
y me indica con su trompa hacia la calle,
viene el de las pompas fúnebres, se sienta
a esperar como un buitre encorbatado
me contempla, se soba las manos
este es negocio seguro, se dice y sonríe.

Mi corazón comienza a latir con desenfreno
llegó la hora, empalidezco, me despido
justo a la hora del cierre, el sol se va
la gente acude en masa a sus hogares
la vida continúa entre cuatro paredes y yo
he de fugarme de esta vida para siempre
Adios vida, digo, ha sido un disgusto
un largo desencanto con sabor a suciedad
espero que después de esto no exista nada,
ni cielo, ni infierno, ni siquiera purgatorio,
quiero reposar para siempre en ese cajón
y por favor que nadie ose despertarme
así sea Dios para pedir que le rinda cuentas,
no estoy, me morí, kaput, au revoir, chao,
gracias señor funebrero, es usted muy amable.

Las moscas me siguen, serán mis guardianas
y comerán y beberán de mis miasmas,
no se en que cementerio estaré sepultado
ni se siquiera si me sepultarán o mi osamenta
irá a parar a una facultad de medicina
sólo deseo comprensión, por ningún motivo
me despierten y menos me pidan que sonría a la cámara...