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Inicio / Cuenteros Locales / AnaCecilia / Meta cumplida. (Desde el foro; desorden alimenticio).

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- Buenas tardes; un kilo de helado por favor; chocolate; dulce de leche, y crema. – Esbozó ella, ante el calor que manaba de la calle -
- Como no señora; ¿es para llevar?
- No, lo voy a comer en el camino a casa, gracias.
El acrecentado cuerpo de Estela, se fue prendido a los sorbos, que su boca daba al gigantesco helado; y como una masa amorfa, recorrió las cuadras a su casa, bajo un aliento dulce, que le recorría las vísceras. A su llegada, solo la cola movediza del fiel amigo “bombón”, su perro, la aguardaba, a la espera de algún resabio de comida. Ella vació lo último que le quedaba, sobre el plato del can, quien de un lengüetazo, borró las pocas huellas esparcidas. Después, el televisor la esperaba dentro del cuarto; junto al cajón de la mesita, en donde una bolsa con golosinas, reposaba antes del atraco. Estela desnudó su ropa, para entrar en un enorme camisón sin mangas; mientras se recogía el cabello por encima de la cabeza. Sus ojos se perdieron detrás de la pantalla, en una película de suspenso; a la vez que las manos, no dejaban de entrar y salir de su boca, en diversas formas; chocolates; caramelos; galletitas... Y la vida reía dentro y fuera de su obesidad; como si lo demás hubiera desaparecido, con solo un parpadeo. Luego venía el chat, para abrazar todos los géneros; comida; cine; amor. Casi obnubilada, recreaba su ego con algún amante, que también entraba en el juego de su mente; y toda una raza de hombres, se extendía en el espectro de la pantalla. Claro que el tiempo así, se le esfumaba de las manos, en un constante desperdicio de los días. A la noche, su corpulencia salía de la habitación, para la cena; papas fritas; hamburguesas; huevos; pan; toda una panacea de productos, invadía la cocina; y sus manos regordetas, iban y venían de los tenedores y los platos; batiendo; enjuagando; friendo. Después de los manjares, otra vez la televisión, se enredaba en su mirada, con algún programa frugal, u otro video de terror; tras los concebidos dulces, como postre. La noche fagocitaba su piel, en un sueño profundo; para amanecer, con el deseo inevitable, de comida; café con leche y galletas; o tostadas con manteca, relucían entonces entre sus labios. Y los sagrados momentos, se seguían repitiendo cíclicamente, anhelando saciar sus necesidades básicas; helados; tele; golosinas; chateo; cena; sueño.


Dicen que hoy, Estela llegó a cumplir uno de los sueños; ser la mujer más famosa del mundo. Su enorme cuerpo de 340 kilos, se muestra en el circo local, como la mujer más gorda de la tierra.

Ana Cecilia.

Texto agregado el 03-01-2003, y leído por 555 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
04-01-2003 Con algo hay que rellenar la vida... antes devoraba como Estela hasta que descubrí a Wilde;aunque confieso cada varios meses cambio los libros por los chocolates (al menos un par de días).Realmente me gustó. tylerfenix
03-01-2003 MMMMMM, helado de chocolate y de un kilo es fábuloso lástima de que yo solo pocas veces pueda saborearme uno pues mi trabajo me lo prohibe. Krystal
03-01-2003 Muy bueno Ana, me sigues sorprendiendo por tu versatilidad y capacidad creativa. Por lo menos Estela sacó algo positivo de su adicción a la comida. Se convirtió en una estrella del circo alqutun
 
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