Veo una pluma blanca e inquietante apoyada en el pasto, pienso en el
ángel que a su paso la abandonó.
Más allá veo otra y a unos pasos varias más. Pienso en el ángel
nuevamente , por la cantidad ha de estar desnudo...
Hasta que al final, sobre el pasto también, a orillas del alambre, veo
un montículo de plumas blancas, sucias de sangre.
Emoción y tristeza me invaden, está la muerte del ángel, un suicidio
angelical, un ángel que ha muerto por amor.
¡ Que belleza trágica, que místico y misterioso!
Me atropellan sensaciones extrañas, mi casa es mágica, refugio de
ángeles y dioses, vuelvo a pensar...y me pregunto sobre este heroico
ángel ¿quién es? ¿de quién se enamoró?
Miro las plumas con sangre, claros vestigios de una tragedia, miro el
cielo, los árboles, en busca de una respuesta que no hay.
Me vuelvo acongojado, arrastrando mi tristeza, con la fascinación de
este alucinante suceso, pensando en la muerte del ángel, lo que tiene
una belleza mágica, pensando en los caprichos de los milagros.
Milagros eclesiásticos que se derrumban cuando veo a mi perra,
blanca como las plumas blancas, como los ángeles, echada en el pasto
masticando el cadáver de una paloma.
Y pienso en el orden natural, en la estupidez del ángel, su confusión,
en la confianza de la paloma y en la habilidad de mi perra para cazar.
Y me voy convencido de la magia que me rodea, aún con la tristeza colgada.
|