Claro de noche, un aviso póstumo que me indica que no veré a este cielo triste desvanecerse entre la oscuridad, y que por primera vez mis ojos no se abrirán para ver el siguiente día.
Claro de noche, un momento que alinea a dos de mis peores indicios de ser. Y ahora que me encuentro postrado frente a la fila de fusilamiento veo a todos mis ideales desbaratarse. Los vi destruirse días antes cuando debajo de un mismo cielo me arrestaron a par de las trincheras.
Ya no escucho las órdenes del coronel ni los cortes de cartucho en los fusiles; sólo me pregunto ¿Cómo será? ¿Sentiré dolor? ¿Qué pasará cuando se apaguen las luces? ¿Qué pasará si se vuelven a prender? No sé si mi conciencia seguirá existiendo. Ahora el tiempo se hace mas lento, el sentimiento de pasar por otra puerta es indescriptible.

No puedo llorar mas que lagrimas secas que contienen sentimientos forzados, no puedo siquiera cerrar los ojos, ya que la sorpresa me atemoriza mas, como el miedo de que un puerta se cierre de tras de ti sin siquiera cruzarla.
¡De pronto sucede! Se convierte lo inconsciente en conciente. Te das cuenta que la mano que apretaba tu corazón era tuya. Se desvanece el piso que estas tocando y un tremendo mareo explota y se esparce dentro de ti, dejando caer el telón de tu vida, y resuena a mil voces aquella frase que nunca supiste interpretar dándote las respuestas que necesitabas.
Y la luz de la que la gente habla, aquella luz que cruzas después de ver pasar todos tus recuerdos frente a ti; no es una luz, es un destello formado de mil recuerdos, de tus sueños y deseos, que los vez fundirse en un momento, y lo vives en una eternidad que acaba. El sonido estruendoso de los fusiles se convierten en fanfarreas enmudeciendo en una melodía silenciosa que significa mucho para ti. Comienzas a percibir un pensamiento hermoso, un escenario montado por todas la personas que quisiste, y te das cuenta que es un recuerdo que nunca existió; que fue interpretado únicamente para el final. Y del fondo sientes a la persona que mas quieres, a quien abrazas con todas tus fuerzas, deseando que te hable para volver a escuchar su voz. Es una felicidad que eternizas en un momento que no existe. Todo empieza y se acaba en un segundo, un segundo que se desdobla en un tiempo infinito.
Tu conciencia se mezcla en los matices sin fondo de la nada, y eres parte de un todo que no tiene esencia. Regresar al punto en que iniciaste es tan sorprendente como recorrerlo por primera vez.
Las palabras que tanto te atemorizaron he hicieron daño, pierden su significado, y comienzas a desconocer todos tus miedos.
Ahora te sientes pleno, tu mente se dispersa en los trasfondos falsos de las estrellas, y te abruman imágenes destellantes que se nublan cada vez más mientras tu memoria se borra en un silencio de olvido sin desaparecer completamente.
Claro de noche, un paisaje del cielo infinito que se apaga en la nostalgia, haciéndome extrañar lo que en un momento valió la pena llorar.