Laura, ¿Como te crees que soy capas de engañarte con Mariana?
Aquellas palabras no encontraron asidero en el rostro de Laura, que tras un impulso violento abofeteo a Walter, su novio, o lo que había sido su novio hasta ese momento, desde que tenia diecisiete años ella y el veintiuno, hace exactamente cinco septiembres.
Hace un par de días, Mariana envuelta en llanto le confesó que había pasado una noche con Walter, cuando Laura estaba pasando un fin de semana con sus padres en la casa de sus abuelos allá en Tandil.
Laura había estado evitando a Walter desde que se entero de esto, y cuando ya no pudo aguantar mas se lo embadurno en la cara justo en el preciso momento en que las agujas del reloj marcaban las tres de la tarde.
¡Sinvergüenza! ¡con mi mejor amiga! y le estampillo un cachetazo que quedo repicando en las paredes de la legislatura y se perdió junto al bocinazo de un micro que advertía a un caminante desprevenido de que estaba cruzando mal la calle.
Estaba a punto de largarse a llover, Laura tomaría la Avenida rumbo a la parada del micro, con un terrible dolor en el pecho, apretando fuerte sus puños acomodando sus lentes y cargando su bolso negro. Walter por su parte se quedo viéndola a ella a ritmo veloz metiéndose entre la gente. El no pudo mas que meterse las manos en los bolsillos, de alguna manera que mas podría hacer, salir corriendo a buscarla, no podía. Se mordería la lengua antes de pedirle perdón, sabia que ella no le perdonaría jamas aquella traición. La ciudad se volvió vacía para ambos. Aquella tarde se vieron por ultima vez, ellos no se volverían a ver nunca. Walter regreso a la casita de los viejos, se canso de su trabajo y decidió ir a darle una mano al padre con la casa de comidas allá en su pueblo. Laura se recibió y esta de viaje de estudios en Cuba, dicen que hasta tiene marido. Ambos ya casi ni se acuerdan de aquel cachetazo.