Bajo la simple y eterna noche oculto entre una oscura brisa un sentimiento renace. ¿Acaso niegas con tu sonrisa el dolor que ahora me late? Piensa, amiga mía, que el secreto no se amarra al puerto. ¿Acaso puedes cerrar la herida que tu voz clavo en mi pecho? Recuerda, amiga mía, que la luz no ciega al ciego. ¿Acaso crees que habiendo saliva la mentira devorara al silencio? Reacciona, amiga mía. No dejes que este sentimiento, al salir el nuevo día, muera en un triste eco.
Texto agregado el 03-09-2005, y leído por 94 visitantes. (1 voto)