Te miro, te tengo justo enfrente mío, tan bella, tan linda, tan angelical. Tu cabello castaño cae encima de tus hombros, así como una hermosa y suave cascada sobre una roca ya formada esculturalmente. El brillo de tu cabello queda opacado por el de tus ojos, preciosas obras de arte que dan evidencia de la existencia de un ser superior; y esa mirada que me llama, que me atrae. Sigo admirando tu belleza y descubro una boquita cautivante, mis labios comienzan a sentir imaginariamente el roce con los tuyos y la tentación ya es enorme; mi cuerpo lo nota, la respiración comienza a dificultarse y mi pulso se acelera. Sé que si sigo mirando esa boca no voy a poder resistirme, entonces bajo la vista y llego a tu cuerpo, las curvas torneadas como realizadas por un escultor de origen divino, es un cuerpo perfecto, como el que siempre había deseado. Mis manos quieren sentirlo, tocarlo, acariciarlo. Ya la tentación es imposible de sobrellevar, me acerco, mi pulso y mi respiración se hacen, a cada paso, más sonoros; extiendo mi brazo, busco alcanzarte como para comprobar que eres un sueño, una fantasía, mi mano se acerca a punto de descubrir la verdad, llega a tu rostro y siento tu piel suave, me cuesta creer lo que está pasando, pero eres real, creí que eras la mujer de mis sueños, pero sos realidad. Y sos mi amor … el amor de mi vida. |