El 22 de Junio de 1986, casi 120000 afortunados tuvieron la posibilidad de deleitarse con le genio del fútbol mundial en su momento cumbre.
El Estadio Azteca fue el escenario que albergó la mejor jugada de todos los tiempos.
Pero no sólo eso, como preámbulo para la obra maestra, Diego decidió “robarle la billetera” a los ingleses; trata de tirar una pared con Valdano, pero un rival, como cómplice del robo divino quiere despejar, le pega alto y hacia atrás, permitiendo que llegue el primer gran enfrentamiento entre Shilton y Maradona; nadie pensaba que Diego podría llegar, pero “El Barba” estaba con él, le da un empujoncito para que cabeceé, pero no es suficiente; entonces, acompaña la mano zurda del Dios terrenal para que encamine el balón hacia el primer gol de ese mediodía mexicano.
Diego, apretando fuertemente su puño izquierdo, corre a dedicarle el gol a su viejo.
Pero esto no le pareció suficiente, faltaba más; más zurda, más fútbol, más magia, más delirio, más gloria.
El Negro Enrique le da el balón con una gran “¿asistencia?”, Diego la pisa con audacia y elegancia dejando en ridículo a los marcadores ingleses, encara y pasa entre Bearsley y Reid; y llega Butcher, quien ingenuo cree poder quitarle el balón al genio, pero Diego con su varita zurda lo deja en el camino, como si fuese un cono de un entrenamiento. Fue allí cuando de una increíble forma, lo ve a Valdano y espera que Fenwich le salga para dejar solo a su compañero; pero no sucede lo que él había imaginado y decide dejar también en el camino a este último inglés que, con un gesto de impotencia, le tira un “guadañazo” tratando de cortar la magia, pero el barba vuelva a intervenir y permite que siga el show.
Poco antes de que pasen 10 segundos y de recorrer 50 metros desde que comenzó la obra maestra, Diego se volvió a ver cara a cara con Shilton, y El Barba quién estaba por irse después del de ayudarlo con Fenwich, decide colaborar nuevamente con su similar en la Tierra, recordándole las palabras de su hermano “el Turco” el 13 de Mayo de 1981 tras un partido ante los ingleses en Wembley en el que había pintado una hermosa jugada con su pincel zurdo pero no había sido el momento de terminarla.
Ese momento era ahora, Diego, haciéndole inconscientemente caso a su hermano, amaga a definir cruzado y , con esa habilidad que nadie tuvo , tiene ni tendrá, deja a Shilton desparramado en el suelo. En ese instante enmudeció el Azteca. Ya solo frente al arco y perdiendo el equilibrio da la pincelada final de la obra más hermosa en la historia del fútbol. Shilton y Butcher son espectadores privilegiados viendo en primer plano la mayor genialidad del fútbol mundial.
Cuando la pelota se hundió en la red Diego concretó su sueño de pibe, seguramente habrá soñado alguna vez hacer un gol así en un potrero de Villa Fiorito, pero no solo lo hizo, si no que fue contra Inglaterra y en una copa del mundo.
Por eso, el gran protagonista de esa hermosa jugada, celebra el gol más lindo de su vida con el puño en alto, corre a abrazar a su amigo Burruchaga que le dice: -“Hijo de puta, que pedazo de gol metiste”.
Los ingleses derrotados, dándose cuenta que de nada sirve esforzarse si se enfrentan a Dios.
Las tribunas y, supongo, también la gente desde sus casas rompen sus palmas tratando de devolverle a Diego algo de esa gran alegría que les acaba de brindar.
Es que nadie puede creerlo, todavía hoy cuesta entender como un hombre con un botín y una pelota nos puede dar tanta felicidad; pero Diego lo puede todo, porque él es omnipotente, porque Él es Dios hecho futbolista.
Y entonces llega el momento en el que uno recuerda ya con la piel de gallina y los ojos vidriosos cada instante de esos 10 segundos y cree escuchar el grito eufórico del relator diciendo lo único que se podía decir en ese momento:
“Gracias Dios por el fútbol, por Maradona, por estas lagrimas, por este Argentina 2 – Inglaterra 0”