Para conocer la historia de Pedro, debemos remontarnos a una época de antaño. El vivía en una pequeña aldea sobre las márgenes de un caudaloso río.
Desde pequeño, Pedro, siguiendo la tradición familiar, había sido pastor.
Un día, mientras caminaba por el mercado, un anciano, cubierto con una túnica, se encontraba sentado en el suelo, fumando una pipa. Llamó a Pedro por su nombre y le dijo:
-“Se que estás cansado de la rutina que aqueja tu vida; que anhelas viajar. Eres un soñador y por eso te creo merecedor de este mapa que te llevará a descubrir el más grandioso tesoro que existe”-
Dicho esto, le entregó el mapa; Pedro lo observó y al volver su vista hacia donde se encontraba el anciano, descubrió que ya no estaba allí.
Tras mucho pensar esa noche, decidió partir. Tomó un abrigo, algo de dinero, una tinaja, un libro y partió con su mula. Dejó una carta para sus padres porque sabía que la despedida sería muy difícil.
Muy temprano esa madrugada, Pedro emprendió su travesía. Caminó durante todo el día, apenas parando para comer, beber y leer un poco; y a la noche descansó. A partir de allí todos sus seguirían la misma secuencia.
Recorrió lugares con los más hermosos y diversos paisajes, desde bosques con frondosos árboles, hasta montañas con cascadas cristalinas. Pero Pedro no tenía tiempo para disfrutar de ellos; había un tesoro que lo esperaba, por lo que casi no apartaba la vista de su mapa. A penas lo hacía cuando en su camino se presentaban dificultades, pero volvía su vista a él para encontrar un camino más sencillo.
Muchísimos años pasaron hasta que Pedro, ya envejecido, estuviese a punto de concretar su propósito.
Un día soleado finalmente llegó al lugar indicado, allí había una pequeña casilla. Al entrar, descubrió que había un hermoso cofre encima de una mesa. Se sentó, acarició su madera y esperó unos instantes, como saboreando la recompensa por un arduo trabajo; luego lo abrió y al ver lo que contenía quedó realmente sorprendido.
En su interior había una nota que decía:
“Has llegado hasta aquí y seguramente ya habrás disfrutado de este gran tesoro. Espero que hayas descubierto desde que comenzaste con tu viaje. Cada paso que diste, cada paisaje que admiraste vale muchísimo más que cualquier recompensa material que podría haber contenido este cofre; cada uno de ellos forma parte de este maravilloso tesoro que te fue concedido.”
Pedro, abatido por el camino recorrido y angustiado por la noticia, intentó pararse, cuando descubrió que ya no tenía fuerzas para volver a caminar.