Me tuve que parar, ese tujes merecía alquilar balcones. La dueña parecía tener la mirada atenta en otra cosa, como si buscara algo.
Tomé mi tiempo para relojearla engolosinado: ¡Qué par de gambas! Seguro se apioló que estaba dispuesto a voltearla, quizás por la cara de hambre que se me habrá pintado.
Siguió la mina pispeando para arriba ¿Disimular conmigo? No le daría resultado ¿A papá?
Empecé a junarle las pilchas, digno envoltorio para esa torta: Escarpines negros, taco alto, medias con agujeritos, de ésas que te tiembla el pulso cuando empezás a quitárselas. La pollera ajustada y no demasiado corta, como pa que uno se embronque al ver que te priva del festín de contemplar esos muslitos.
Seguí escalando, pasé por la cintura y me convencí que estaba como pal gotán con firulete. Después… ¡Qué pechuga hermano! Como pa dormirse en esas lomas y matar de un escopetazo al que intente despertarte. Ni te cuento la caripela, ojos grandes, una boquita de ésas que hablan cuando están calladas, gritando las cosas que harían esos labios juguetones. ¿La peluca? Justo el moño del regalito: rubia y vaporosa.
Con esfuerzo hice como que miraba para otro lado. Nada de regalarse, en estas lides el punto es un troesma. Me saqué el funyi como quien no quiere la cosa. La mina estaría viendo que pese a mis años: ¡ni una cana! Pa rematarla, con la zurda me desabroché el saco, le dí así la oportunidad de verificar que no tengo buzarda y que las pilchas cantan mi bacana posición ¡Ningún gil!
Voví a relojear esa carnaza, y asumí que la “pose” había dado su fruto: Se me venía vencida y a entregarse. Puse cara de circunstancia y estaba dispuesto a seguirle el tren sin mostrar atención, ya se veía que la percanta estaba muerta conmigo.
Mientras se me venía derechito, recordé que a pocos metros, a la vuelta de la esquina, había un telo bien debute. Cuando la palomita viera girar la cama redonda, seguro se desmayaría.
Entonces, habló. Dijo simplemente - ¿Es ésta la calle Chile? - Asentí con un gesto y ella siguió caminando.
Esa zaina… ¡Ni las gracias me dió!
ergo
Para aquella Valeria de Plaza España (······8912)
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