Asthent y su hermana mayor, Entpil, habían salido a recoger frutas silvestres al bosque que "protegía" de alguna forma al pueblo de las miradas curiosas de la ciudad vecina. En ese tiempo, Asthent tenía once años y llevaba desde el año pasado aprendiendo a controlar sus poderes, estos se manifestaban entre los nueve y quince años requiriendo al menos cinco años de aprendizaje y práctica para manejarlos en parte, ya que según los sabios del pueblo, estos nunca estarían absolutamente bajo su control, el entrenamiento era agotador para la mayoría de los niños que no tenían gran interes por el estricto modo de enseñanza, pero Asthent dedicaba tiempo completo a perfeccionarse y estudiar las técnicas de los adultos que estaban a su alrededor. Mientras Entpil obtuvo su poder a los ocho años y logró manejarlo al nivel de los demás luego de seis años, no solía practicar a menudo, ya tenía diecisiete años y había perdido absolutamente el deseo de aprender más y de utilizar sus poderes más que para labores cotidianas que realizaba con desagrado, Asthent calculaba que seguramente su hermana había perdido el interés a los doce, junto con la misteriosa muerte de su hermano mayor.
Los que aún no terminaban el entrenamiento, tenían prohibido utilizar sus poderes de cualquier forma fuera de las clases, mientras que a los menores de edad que hubiesen terminado la práctica (menos de veinte años) sólo tenían permitido usarlos dentro del pueblo y el resto sólo cuando de han asegurado de que no son vistos por nadie.
A pesar de que lo tenían estrictamente prohibido, decidieron hacer una fogata, ya que hacía mucho frío y estaban muy cerca del pueblo, Asthent lo hizo, ya que Entpil se negaba a usar sus poderes a menos que fuera indispensable. Juntaron varias ramas secas y Asthent se arrodilló junto a la pila, acercó sus manos extendidas cuidadosamente y les prendió fuego desde la palmas de ambas manos.
Pero ellos no sabían que alguien los había estado observando sigiulosamente desde las sombras, varias ramas se mueven, Entpil gira sobre sí misma y alcanza a ver una silueta oscura esconderse entre los árboles.
-Sal de las sombras!- dice Entpil con voz dura- Deseo ver tu rostro antes de acabar contigo!
Tanto ella como su hermano sabían exactamente que tal amenza no tenía fundamento, Entpil no sería capaz de matar a nadie, aunque conocía demasiado bien la ley de su pueblo y se encontraba aterrorizada ahora que había llegado el momento al que tanto tiempo temió enfrentarse.
-Sal!-repitió en el mismo tono.
Escuchó un leve ruido que no alcanzó a identificar y de las sombras salió un muchacho alto y amenazador, con arco y flecha, apúntandola, listo a disparar. |