Caminar entre la bruma de la noche
sin dejar un resquicio o un suspiro,
ni tampoco una fiebre o un latido
que al azul del sueño nos transporte,
es pisar en un jardín amenazantes,
trastocando la belleza de las flores
donde calman apacibles sus ardores
y arrebatos de ilusiones los amantes.
¡Es buscar en una estrella sosegada
-ebrios ya de amor, ya locos de duda-
una respuesta lejana, tardía y oscura,
que se pierde en el color de la mañana!
Texto agregado el 01-09-2005, y leído por 227
visitantes. (2 votos)