Que fácil era hablar de otros cuando al corto tiempo de contraer matrimonio se separaban...es que ella era super mañosa... es que él no la quería lo suficiente...es que ella lo gorrió....que pena...
Así, hace unos meses decidí unirme al grupo de las casadas, conforme mi convivencia de acuerdo a la tradición, tanto legislativa como religiosa, le dí en el gusto a suegros y padres, me vestí de blanco y fuimos de luna de miel.
Armamos un departamento en un "barrio de bien" del Gran Santiago, que acogiera nuestros sueños, domesticidades, borracheras, sahumerios, bailes y lamentablemente soledades también.
A través de una caminata nos mostramos tal cómo somos, mañas, rabias, placeres, admiraciones. Así, un día de noviembre acepte hacerlo mi compañero de viajes, asumiendo el riesgo que corren todos los que separan.
Hoy,temo porque se me cruzan temores, que parecen alucinaciones. Temo, porque busco refugio en el silencio de las noches, en el humo de un pito.
Temo de mí, del fracaso, de la pena ajena.
Por eso, me invento cada día para nunca dejar de amarlo; me propongo descubrirlo cada mañana;pero no estoy segura de prometer esperar que su silencio se transforme en mi aliento diario. Quiero nunca dejar de creer en él.
No uso argolla, pues la considero una atadura, el símbolo de la pérdida de libertad y sometimiento..como si costara tanto sacarsela cuando se quiere gorriar.
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