I.
Colillas en el tórax,
alma-ceniza,
islote de humo.
La navaja corta el aire;
el filtro: un par ojos blancos.
II.
Inhalo los días, aspiro tabaco y papelillos.
La violencia de unas argollas, de unos anillos humeantes que se fugan,
que corren hasta difuminarse.
Laten los respiros, palpitan asqueados.
El oxígeno es leve recuerdo:
asma en la tráquea, pulmones como enjambres de alquitrán.
III.
Un fósforo ilumina los labios,
restos de humus cubren la sonrisa.
Las pupilas dilatadas, ojo-lagrimeo,
parpadeos asonantes, invertebrados.
IV.
Espuma en los ceniceros,
cigarrillos ahogados por el gas de la noche.
Lápida al fuego, a la explosión,
a la caricia de la temperatura.
Las llamas arden en el cráneo,
la chispa se desviste y desaparece.
V.
Crisis-pánico, falta el aire.
Las manos tiemblan en la espera,
en el galope de las llamas hacia la saciedad.
VI.
El calor derrama lágrimas, crema pieles y uñas.
Esfumado el cadáver, las cenizas son pruebas,
inhóspitos rezagos de una vida-existencia.
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