Un ínfimo letargo previo,
amordazado entre
besos.
Bailecitos infames,
desempañan la vendetta.
Acantilado de pétalos
y suspiros
descarriados,
amarilleando veladas.
Instinto inmolado
en desaires primorosos
De embrujos,
irredentos.
Radiación siniestra
inundando sacrilegios.
Oscuras túnicas,
testigo afónico de luz.
En el crepúsculo aquél,
creí confundirme
con dios.
Ahora mi instinto,
condenado entre acordes,
purga una tenue in-
diferencia.
Caída libre hacia tu olvido.
De cara al abismo,
la sal del desamor
se desparrama leve
y fiera,
sobre cada poro
desolado.
Ya no persigo dolores
blandos.
Lejos del lago,
tu estrella frugal
carcome sus lunares.
Queda el resabio,
del sabor,
de aquel dulce recuerdo,
inmolado en mi memoria,
resistido en mi sed.
Devastado el corazón,
¿Olerá caricias novedosas?
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