¿Qué por qué 55?, no sé, no sabría decir, tal vez el número se me antojó extraño, nada conocido, tal vez su escasa importancia, su desafío a no ser nada familiar, tal vez, todo el mundo espera que le envíen un número de besos conocidos, concretos, envueltos quizá también con reconocidos abrazos y yo... con el corazón aún lastimado y rebelde, me pongo a pensar, quiero enviarte besos pero no sé bien aún porqué lo hago.
Si he de dejarte besos para que los recojas en tu pensamiento, para que los valores en el entendimiento de ser besos deseados, prefiero dejarte un número finito, encerrado en una realidad desconocida para ambos, un beso es aún demasiado íntimo, demasiado cercano, dos besos, son dos personas, dos deseos, dos emociones, a partir de tres, los besos se pierden en intención, se confunden, se alejan, se materializan en hileras contadas de gestos, se desvanecen en su intención de ser besados... pero 55 besos... 55 besos que no recuerdan en número a nada... son los que quiero enviarte, todas mis sensaciones númericas y numeradas para ti.
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