Cómo experimentar toda una vida en una hora. Cómo contarlo en una sola hoja. Intentaré hacer el titánico esfuerzo de explicar lo que me acaba de suceder ;y trataré de entenderlo yo mismo en el proceso.

Hace de ésto cerca de dos horas, cuando me encontraba yo escuchando cierta música y leyendo cierto libro sobre vampiros. Había empezado la lectura animado, con intención de terminar el libro esta misma noche. Poco a poco, y sin saber muy bien cómo o porqué, me fui alejando de la lectura y centrándome más en la música. Sin pretenderlo fui poniéndole imágenes a la música. Bueno, más que imágenes, eran más bien emociones, o mejor dicho, imágenes evocadoras de poderosa emoción. Debo confesar que soy bastante propenso a este tipo de cosas; más aún, a considerarlas importantes en mi vida. Esta ocasión quizá sea distinta, quizá no.

Al principio de mi extravagante aventura todo parecía bello y hermoso, una sensación cercana al éxtasis de saborear la vida virgen en todo su esplendor. Aunque en ese preciso momento no me daba cuenta de lo que me estaba pasando, después pude juzgarlo con más claridad: estaba naciendo a una nueva vida. Es al poco tiempo de esta situación cuando empiezo a tomar consciencia de donde estoy. Ahora pienso que quizá sea mi vida, sólo que disimulada. A partir de aquí todo se vuelve oscuro, gris y parece próximo a la muerte. Y es como si hubiera sufrido amnesia, un vacío en mi mente que me impide recordar el haber crecido. Quizá sea que no quiero recordarlo... porque tengo la sensación de que crecer fue algo doloroso, cada segundo, cada centímetro, una nueva gota de sangre, una nueva gota de sudor. Al punto, todo estalla; las lágrimas contenidas escapan y el grito ahogado se libera clamando al cielo algo que sólo el más feral de los espíritus puede comprender...

Hasta ese momento estaba recordado el pasado, ahora viviría el presente. Soy en guerrero herido que se alza sobre un campo de otros buscadores del sentido de la vida. Con la espada rota y el cerebro sangrante recibo a mi más poderoso enemigo: la verdad. Ella es una mujer blanca y fría como el invierno, brillante como cristales de nieve, bella y frágil como la vida, poderosa y hermosa como, también, la vida. De ella recibo un mortal golpe que me arranca del reino de los muertos.

Mis manos salen del suelo y pelean contra la tierra, oscura y fría. Al fin la vida llega a mis pulmones. No es el renacer de un guerrero. Es mi renacer. La cicatriz de mi cerebro ha desaparecido, ahora es un recuerdo. Un poderoso enemigo ya muerto. Lo que a continuación veo es a quien yo creía mi enemiga. La que es mi amante en esta vida. Vestida como antes, solo que esta vez veo en ella al ser más puro que jamás a haya existido, de blanca luz, de mirada clara, pero con un alma dolida, que su halo dorado no puede curar. No sé si algún día podré perdonarme por golpearla cuando ella eliminó las tinieblas de mi alma. Pero su alma herida ya lo ha hecho. Lo que viene después es todo y nada. La duda y la felicidad. Cojo la baraja de tarot. Algo mágico y trascendental debe decirme qué soy, quién soy, cómo soy. Sé que no estoy cogiendo un arcano mayor al azar, sé que es el Destino el que guía mi mano. Es sólo que... yo soy todos los arcanos, soy todos ellos y mucho más. Soy yo. YO. Soy libre, he ganado la guerra y aunque escoger sea difícil, sé que siempre escogeré bien. Lo último que veo en mi extraña visión es a mí mismo y a mi ángel, disfrutando. ¿Disfrutando de qué? Bueno, de muchas cosas. Porque a pesar de las cicatrices y del dolor, seguimos amándonos, y ese a pesar de todo cubre un infinito.

(gracias a un tal Hichtcock, a Nightwish y a Royo; fuentes de inspiración, filosofía, conocimiento y emoción)

*A mi blanca bruja, a mi ángel y a mi dulce Morella*