Dicho esto, Talestris se retira del lugar con las demás guerreras confiando el cuidado de la diosa a las juveniles y sonrientes hermanas. Sin embargo, al encontrarse éstas solas, de inmediato comienzan a compartir su admiración y curiosidad por la bella joven a quien cuidan y resguardan de cualquier peligro.
Alnitak es la primera que se dirige a sus hermanas para preguntarles:
- Mirad, Alnilam, Mintaka, ¿Será Afrodita realmente
hija de Zeus?, si así fuese...entonces ella proviene del Olimpo y es su padre el regente de dioses y mortales. Pero... ¿qué hace aquí la hija del dios supremo?
- No lo sabemos - responde Alnilam - Talestris nos dijo aquello en un tono incierto, mas bien sus palabras tenían un tono de ironía.
- Yo sí creo que es una diosa - confirma Mintaka -
mirad su cabello, tiene el color de los trigales y de
las joyas de oro. Y su piel, es muy tersa y delicada,
alba y de aspecto nacarado. La frente y las sienes son de trazos muy finos, delineados por una mano divina.
- Sí hermanas - contesta Alnitak - tenéis razón, nunca vi una joven tan bella como esta, es de otra raza, algo nunca visto... debe ser de origen divino.
Bueno, mejor hacemos algo por ella, de otro modo
Talestris se enfadará con nosotras. Mintaka, arreglad su cabello y tú Alnilam, limpiad su piel con aquel ungüento de hierbas.
De esto modo, las jóvenes hermanas amazonas aligeraron las vestimentas de Afrodita y comenzaron a embellecerla, ordenaron su cabello y asearon su piel del polvo que se había adherido a ésta. Hallánbanse en estos menesteres cuando la diosa sorpresivamente abrió sus ojos e incorporándose levemente dijo con voz angustiada :
- ¿Dónde estoy? ¿Es esto el Olimpo? ¿Dónde está mi padre y Dione, mi madre?
- No, no estáis en el Olimpo Afrodita, este es el
refugio de las guerreras amazonas, Talestris, nuestra reina os ha traído hasta aquí - dijo con voz
tranquilizadora Alnitak - estas son mis hermanas
Alnilam y Mintaka.
- Pero...¿Es que aún mi padre no ha venido por mí?.
- ¿Quién es vuestro padre?
- Zeus, dios gobernador del cielo y la tierra de los
mortales.
- ¿Acaso sois hija de Zeus? ¿Una diosa del Olimpo?
- Sí lo soy, y por desventura me hallo en esta tierra
lejos de la morada de los dioses.
- En realidad, sólo estamos para cuidarte bella deidad, no sabemos de cosas relacionadas con el Olimpo, aunque nuestro padre también es un dios.
- ¿Sois hijas de un dios? ¿Quién es vuestro padre? No sabía que en la tierra hubiesen diosas descendidas del Monte del Olimpo.
- Pues Ares es nuestro padre y dios eterno, es dios de la guerra y las batallas. Has de saber que Ares tuvo muchas hijas en el cielo, todas nacieron de él,
hermosas y de cuerpos bellos y esbeltos, mas como dios de la guerra, envió a sus hijas a la tierra para hacer de sus vidas una batalla eterna. Estableció ya hace muchos años a sus hijas en Tracia, en la parte oriental de Grecia y les ordenó conquistar todas las tierras de Oriente y Occidente mediante la guerra.
De manera que somos en realidad, semi-diosas pero mortales y se nos ordenó mantener una raza constituida solamente por mujeres, ningún hombre puede permanecer junto a nosotras, mas les necesitamos solamente para procreación, después del acto de procreación les damos muerte o los despedimos y si de nosotras naciera varón
y no mujer, le entregamos a sus padres o igualmente le damos muerte.
- Sí, no ignoro que Ares es un dios cruel y demanda
siempre sangre y conquistas de tierras para establecer a sus hijas - contesta algo confundida Afrodita - también sé que sois temidas por los hombres por vuestra crueldad y por la maestría con que manejáis las armas, sobre todo el arco.
- Como adoradoras fieles de Artemisa, somos muy diestras en el uso del arco, es el arma que siembra terror en nuestros enemigos.
- Y ¿quiénes son vuestros enemigos?.
- Los hombres son nuestros enemigos, el solo hecho de ser hombres les convierte en nuestros adversarios, recuerda que Ares sólo tuvo hijas y por eso desea que la tierra esté gobernada por sus hijas. Nos hizo descender en el centro del mundo y desde allí hemos de conquistarlo con la fuerza del hierro ensangrentado.
- Vaya, no deja de sorprenderme vuestra religión de la muerte, habéis de saber que vuestro padre, Ares, no es mirado con buenos ojos allá en la eternidad del Olimpo, por su crueldad y dedicación a la guerra.
- Y vos, bella diosa...¿Qué virtud representais en la morada de los dioses?
- Yo seré, Afrodita... diosa del amor y la belleza.
Estoy muy joven aún pero mi padre me ha otorgado esa virtud. Dice que seré adorada en todas las tierras y en todas las edades del mundo.
- Diosa del Amor, que increíble, que diferente sois a
nosotras, pues la ley divina nos obliga a matar al
hombre que se atreviese a decirnos tan solo una palabra de amor. El hombre que se enamorase de una amazona, hombre muerto es. Es la ley de nuestro padre.
No podemos conocer el amor, sólo la guerra, por esta razón somos entrenadas desde pequeñas en el uso de las armas y en el arte de matar de la manera más rápida y efectiva para amedrentar y aterrorizar a nuestros enemigos.
Los pueblos o aldeas que atacamos son
realmente arrasados y sólo quedan con vida las niñas pequeñas las cuales raptamos para entrenarlas y luego incorporarlas a nuestras legiones.
- Sí ya lo sé, he visto a vuestra reina combatir, a
Talestris, he sido testigo de su crueldad con sus
enemigos a quienes no perdona la vida.
- Perdonar la vida de nuestro enemigo sería ofender a nuestro padre Ares, no debemos encender su ira, pues necesitamos de su divina luz, de su guía.
- Mas debo deciros que es extraño que jóvenes tan bellas como vosotras derrameis tanta sangre sobre la tierra, aún no lo comprendo mas espero poder hacerlo. Ahora os ruego, llevadme a la presencia de Talestris, he de agradecerle lo que ha hecho por mí, ella ha arriesgado su vida por ponerme a salvo de aquellos bárbaros.
- Sí diosa Afrodita - dice Mintaka - os llevaremos ante la presencia de nuestra reina, ella desea veros
igualmente, así lo ha ordenado.
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