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Noto la falta de gravedad y despego dejando bajo mis pies este mundo que me atrae a su superficie, dejo atrás las raíces que salían de mis pies y llegaban al centro del dolor que arraigaba en mi corazón. Muevo la vista atrás, veo colinas lejanas y extraño su olor familiar que me daba seguridad, pero ahora me siento mejor.
Siento como la brisa traspasa mi cuerpo, llevándose con ella las inquietudes.
No se donde estoy pero se donde tengo que llegar.
Miro a mi alrededor y me veo solo, ahora se que voy por el camino correcto, tengo que despegarme de todo lo que me hacia ser yo mismo y sobre todo de lo que me abrumaba. Solo así llegare al final de mi camino, donde me espera mi verdadero yo, el yo transparente y luminoso.
De repente en mi cabeza se acumula el miedo, miedo a perderme, miedo a caer al vacío, miedo a llorar, miedo a gritar y no ser escuchado.
Una borrasca se cierne sobre mí.
Dudo un instante pero cierro los ojos y aprieto los puños con fuerza y sigo adelante sin vacilar, justo en el momento que abro de nuevo los ojos veo una agradable luz delante mío, tiene forma de ángel y me sonríe, Una agradable sensación cálida me recorre de punta a punta, es justo en ese momento cuando me doy cuenta que no tengo cuerpo, soy transparente, intangible, nada me puede tocar, pero me siento triste porque ya no podré tocar, ni rozar la piel desnuda con la punta de mis dedos, ni abrazar, ni besar. La tristeza se convierte en ira y el ángel desaparece delante de mí. Rápidamente salgo a buscarlo, pero noto un peso que no me deja avanzar tan rápido como la luz que se aleja velozmente de mi, me doy cuenta que me estoy equivocando de camino, me detengo y vuelvo siguiendo el rastro que he dejado de mi en la brisa que me traspasa, hasta el punto donde vi por primera vez al ángel sonreír.
Vuelvo a cerrar los ojos y pongo la mente en blanco, noto la presencia del ángel y me acerco a el lentamente sin abrir los ojos, con mucha calma, la ira desaparece de mi ser y la presencia del ángel se hace mas fuerte y próxima a mi, en ese momento noto su tacto, sobre mi piel, me crea una gran confusión, ya que me siento intangible y transparente, abro los ojos y me doy cuenta que sigo solo. He vuelto a encontrar el camino, me he desecho de la ira que no me dejaba avanzar con su peso.
Comprendo que mi camino esta lleno de pruebas y señales que indican el avance de mi conciencia.
Sigo avanzando, cada vez me noto más próximo a la luz buscada, noto como el calor se apodera de mí y me llena de gratitud, solo percibo sentimientos buenos y tranquilidad.
De fondo se escucha una música, debe ser un instrumento totalmente diferente a los que había escuchado hasta ahora.
Aparezco en un prado verde, con un riachuelo que lo cruza, me poso encima de una piedra, justo en medio del paso del agua, miro hacia un árbol, del que intuyo que sale la música y puedo ver al ángel cantando, inconscientemente pierdo la concentración y noto como de mi vuelven ha salir las raíces que me ataban al mundo, doy un gran salto y vuelvo a ser ingrávido, justo en ese momento el ángel se dirige hacia mi y me susurra:
-no te alejes del camino-, la meta no esta lejos, -la luz solo esta dentro de cada persona-,
Justo cuando recibo su mensaje desaparece.
Vuelvo a tener sentimientos contradictorios, y pienso en todos los seres que quiero ver en ese preciso momento, siento una gran pena dentro de mí y noto como las lágrimas brotan, son lágrimas de soledad y noto una gran tristeza. Las lagrimas frotan a mi alrededor y me doy cuenta que me indican una dirección, me indican el camino de regreso. Con el pensamiento en blanco vuelvo siguiendo el camino ya recorrido, puedo ver el prado verde, el árbol y entro de nuevo en la nada, sigo buscando las colinas que deje atrás, buscando ese olor que me daba seguridad para alejar de mi la sensación de tristeza y soledad que me desconsolaba, las lagrimas desaparecen justo cuando llego a las colinas, puedo verme tumbado en el suelo, me observo desde las alturas y tengo una gran necesidad de unirme con mi forma corpórea de nuevo, noto que solo así encontrare de nuevo mi camino hacia el yo que ansío encontrar. Veo que al lado de mi cuerpo inerte están esas personas que extrañaba y una sonrisa sale de mi disparada hacia el infinito, intento unirme con mi otra mitad pero no se como hacerlo, de repente se acerca a mi el ángel que me ha acompañado durante todo el camino, ahora puedo verlo mucho mejor y descubro una silueta familiar, me acerco a el y todo en el me es familiar ahora, me mira fijamente y me muestra el camino, me empuja hacia mi cuerpo que sigue estático y me uno a el.
Abro los ojos y me veo rodeado de gente, miro mis manos y con ella me toco la cara, ya no soy incorpóreo, estoy completo y vuelvo a llorar pero esta vez no de tristeza, ya que me siento lleno de alegría, abrazo a toda la gente que tengo a mí alrededor y comprendo todo lo que me ha pasado. Al fin me he encontrado.

Texto agregado el 30-08-2005, y leído por 208 visitantes. (1 voto)


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