Y abres la ventana, prendes el cigarrillo. La noche avanza, oscura, llueve y estas ahí, contemplando el rojo brillante que desprende de tu cigarrillo y esperas que con la bocanada de humo que sale de tu boca salga también aquello que no te deja ser, aquello desconocido, el temor de perderte, la completa ausencia de un sentido salga de ti.
Y miras hacía el cielo y algunas gotas de lluvia acida caen en tu rostro, tu lo sientes, estas tan sensible para sentir lo imperceptible, que te das cuenta de esa persona que está en la habitación de al lado, que simula estar dormida, pero tu sabes que no es así, pero no te importa. Llevas el cigarrillo a la boca y aspiras un poco más, tragas un poco de ese humo de muerte, ya como por instinto, porque ni sabor le hayas al cigarrillo, aunque digan que es suave y mentolado. ¡Qué va! Pura mierda, eso es lo que te dicen para vendértelo, pero tampoco eso importa.
No sabes que hacer, esa puta sensación sigue ahí; y la noche está cada vez más cerrada, más oscura, y tú pensando en tantas cosas y a la vez en ninguna, y la lluvia ahí, mojándote toda la cara y empapando los lentes. Te los quitas y empiezas a limpiarlos con la manga del saco, de lana, tejido a mano, que te lo vendió en una esquina aquella indígena ecuatoriana por quince mil pesos, tan abrigador. Y oyes ruidos en la otra habitación, “se esta acomodando” piensas y mientras tanto sigues ahí asomado a la ventana, con el cigarrillo en la mano, te has quitado los lentes y te refriegas los ojos, un poco de humo los ha irritado.
Oyes la respiración que proviene de aquella persona en el otro cuarto y sabes que esta despierta, y lo que esperabas que sucediera no sucede, no encuentras porque esa sensación no se va, ¡ah! ¡Que mierda!, sigue lloviendo y tu acabas de fumarte la ultima parte del cigarrillo, y lo votas lejos, donde nadie pueda encontrarlo. Cierras la ventana, y te vas a acostar procurando no hacer ruido. Te acuestas al pie de aquella mujer que te acompaña, que se hace la dormida, y tú sabes que no está dormida, que esta esperando que le digas algo de lo que te pasa.
- ¿Cómo así que estrellaste el carro?